viernes, 27 de septiembre de 2013


Los Inventores del Monstruo
Cuadro sexto (el mismo día de finales de Junio, 1919).
 
Por Efraim Castillo
 
La misma habitación de RAFAEL. Al atardecer. Aún llueve copiosamente.

 
Cuando  el telón se levanta, RAFAEL, luciendo la misma ropa, recoge los jirones del vestido de ANA y los lleva hacia el armario, donde los guarda. Luego camina hacia una de las sillas y se sienta. Al sentir que tocan a la puerta, se pone de pie y se dirige hacia ella: cuando la abre, entra ROCAFORT precipitadamente, luciendo un capote de caperuza y llevando en las manos un portafolio de piel.

RAFAEL:
¡Hola, Rocafort!

ROCAFORT (camina hasta el centro de la habitación, se quita el capote de caperuza que lo cubría de la lluvia y lo lanza sobre la cama)
¡Estás en malas, Rafael!

RAFAEL (acercándose a ROCAFORTR)
¿Por qué lo dices, Rocafort?

ROCAFORT (se sienta en una de las sillas, abre el portafolio y extrae de él un papel que le muestra a RAFAEL)
¡Por esto!

RAFAEL (se sienta en la otra silla, frente a ROCAFORT y observa el papel)
¿Y qué es esto?

ROCAFORT
¿Que qué es esto? ¡Esto es un papel que podría ser tu ruina… eso es lo que es esto, Rafael! ¡Tu ruina!

RAFAEL (asustado)
Pero, ¿de qué cosa trata ese papel?

ROCAFORT
¡De tus  correrías, Rafael!



RAFAEL
¿Mis correrías?

ROCAFORT
¡Sí, de eso mismo… de tus correrías! ¿Sabes a cuántas mujeres has molestado y engañado entre San Pedro de Macorís, Ramón Sanana, Los Llanos y Bayaguana? ¡A más de doce, Rafael! ¡A más de doce! ¡Y el colmo es que te han denunciado por extorsión más de ocho personas!

RAFAEL (se pone de pie y camina hasta la ventana)
¡Lo sabes bien, Rocafort, que esas son habladurías de la gente para hacerme daño! Desde que llegué a esta maldita región para ayudar a limpiarla de bandidos, los familiares de éstos han tratado de hacerme daño. ¡Eso lo sabes bien!

ROCAFORT (lanza el papel al suelo)
¡Pues mira que no sólo son los familiares de los gavilleros los que te están denunciando! ¡Lee ese jodido papel, para que veas que hay un administrador de ingenio que también lo ha hecho!

(RAFAEL recoge el papel del suelo y lo lee)

RAFAEL (estruja el papel con ambas manos)
¡Ese maldito administrador de Vega no es más que un hijo-de-puta!

ROCAFORT
Tal como lo leíste, él no sólo te denuncia a ti, sino también a tus hombres en la colonia El Jagual… ¿Sabes por qué llevas aún el uniforme de la Guardia Nacional Dominicana? Por los aliados que tienes, Rafael.

RAFAEL (mira detenidamente a ROCAFORT y se sienta frente a él)
¿Aliados? ¿A quiénes te refieres?

ROCAFORT
Tú lo sabes, Rafael.

RAFAEL
¿Te refieres al mayor Knocher y al capitán Boyd?

ROCAFORT
Sí, Rafael… ¡a ellos!

(ROCAFORT busca en el portafolio y extrae otro papel, que muestra a RAFAEL)

Mira, aquí hay un oficio de Knocher y Boyd, donde te respaldan y piden al contralmirante Snowden que te ascienda…

RAFAEL (sonriente)
¿Hicieron Knocher y Boyd eso?

ROCAFORT
¡Sí, lo hicieron! Léelo en este oficio.

(ROCAFORT pasa el papel a RAFAEL y éste lo lee efusivamente)

Sé, Rafael, ese oficio tiene que ver con la captura y muerte de Vicentico Evangelista, donde tú participaste… ¿o me equivoco?

RAFAEL
La verdad es que no sé a que se debe esta recomendación, Rocafort…

ROCAFORT (arrebata el papel a RAFAEL)
¡No te hagas el pendejo, Rafael! ¡Nadie pedirá cuentas, ni a ti, ni a Knocher, ni a Boyd, por la ejecución de Vicentico!

RAFAEL
No fue una ejecución, Rocafort… ¡Evangelista trató de escapar! ¡Hay testigos que vieron cuando Boyd le disparó!

ROCAFORT
¡Ja, ja, ja, Rafael! ¡Claro que sí! ¡Evangelista, por el disparo en el pecho que lo mató, trató de escapar de frente! ¡Ja, ja, ja!

(Transición)

Oye, Rafael, no he venido hasta aquí, en esta maldita tarde lluviosa, a hablarte de la muerte de Evangelista, sino a pedirte que endereces tus pasos respecto a los constantes acosos que haces a las mujeres, así como a las denuncias de extorsión que pesan sobre ti. El propio contralmirante Snowden está preocupado…
 
 El Almirante Snowden
 
RAFAEL
¿Snowden? ¿Está preocupado Snowden por mí?

ROCAFORT
Sí, Rafael… ¡está preocupado! El gobernador Snowden tiene muchas presiones que vienen desde el almirantazgo, en Washington…

RAFAEL
¿Y cuáles son esas presiones, Rocafort?

ROCAFORT
¡Presiones, coño, presiones! ¡Presionan los malditos políticos dominicanos! ¡Presionan los grupos cívicos que no desean que Estados Unidos se convierta en otra Inglaterra! ¡Presionan los mismos militares partidarios de la política que implantó el almirante Knapp de trabajar en estrecha colaboración con los intelectuales dominicanos!

(Transición)

¡Tú lo sabes, Rafael: Knapp fue el creador de la Guardia Nacional Dominicana y quien, por involucrarse Norteamérica en la guerra europea, consideró que este país debía aportar sus propios hombres para combatir el bandidaje de los gavilleros! Pero Snowden piensa distinto, Rafael: él no cree en los asesores dominicanos, y tú mismo debes haberte dado cuenta del incremento de las torturas y de las labores de espionaje que tenemos que realizar para mantener a raya a los hijoeputas guerrilleros. Y ahí tienes tú las desgraciadas reconcentraciones, que no son más que unas estupideces…

 
(Transición)

Sin embargo, lo peor de todo es que el contralmirante Snowden tiene la teoría de que este país debe ser ocupado por los Estados Unidos por veinte años más…

RAFAEL
¿Veinte años más?

ROCAFORT
Así como lo oyes, Rafael… ¡veinte años más! Snowden considera que los negritos y mulatos dominicanos no tienen condiciones para autogobernarse y que sólo podrían hacerlo después de una ocupación norteamericana de cuarenta años…

RAFAEL
¡Ese tipo está loco!

ROCAFORT
Según su teoría, España no estaba preparada para colonizar a nadie porque no tenía, debido a sus luchas contra los moros y las persecuciones a los judíos, ni el bagaje económico, ni la disciplina cultural para hacerlo. Snowden apoya su tesis en la corta visión de los inmigrantes que salían de España hacia estas tierras, los cuales, en su mayoría, lo hacían con el propósito exclusivo de enriquecerse y no en el de afianzarse como ciudadanos de las nuevas tierras. Desde luego, él excluye a unos cuantos conquistadores, entre los cuales se encuentra Hernán Cortés, así como a los inmigrantes que huyeron de España para siempre. Cuando explica su teoría, Snowden apologiza la inmigración británica y la del norte de Europa, la que, según él, no sólo buscaba la mejoría económica, sino también la espiritual.

RAFAEL
¿Por qué considera Snowden que necesitamos cuarenta años de ocupación norteamericana para poder gobernarnos?

ROCAFORT
Su teoría explica que cuarenta años cubren dos generaciones, Rafael…

RAFAEL
¿Dos generaciones?

ROCAFORT
Sí, para Snowden una generación se completa en dieciocho años…

 
RAFAEL
Entonces deberían ser treinta y seis años…

ROCAFORT
Así debería ser, pero Snowden agrega dos años a cada periodo generacional por lo que él llama los respiros de las cronologías, argumentando que  los encadenamientos antropológicos requieren de espacios para sus acomodamientos. (Transición). Además, el contralmirante es también partidario del fideicomiso

RAFAEL
¿Del fideicomiso? ¿Y qué mierda es esa?

ROCAFORT
Un tutelaje, Rafael…

RAFAEL
¿Tutelaje?

ROCAFORT
Sí, Snowden dice que todos los países colonizados por España deben ser tutelados por los Estados Unidos y, más aún, los que ocupan las islas del Caribe, considerando que esta región es la principal puerta para que su nación arribe al poderío de la clase imperial. Según Snowden, el mar Caribe es el Mediterráneo de los Estados Unidos, una especie de su mar imperial

RAFAEL
¡Coño, ese loco de Snowden se las trae!

ROCAFORT
¡Dilo duro, Rafael! Él considera que la República Dominicana y todos los paisitos del Caribe deben quedar bajo el amparo económico y legislativo de los Estados Unidos.

RAFAEL
¡Mierda!

(RAFAEL vuelve a ponerse de pie y camina hasta la ventana)

Pero, ¿es eso posible?

ROCAFORT
¡Claro que sí! La guerra que recién acaba de finalizar en Europa ha modificado por completo la geopolítica mundial, y Francia, Inglaterra y Estados Unidos podrán hacer lo que les venga en ganas…

RAFAEL
¿Lo crees así?

ROCAFORT
¡Claro que sí! Es por eso que debes cuidarte, Rafael.

RAFAEL
¿Lo crees así?

ROCAFORT
¡Claro, Rafael! ¡Por eso debes reprimir esa mierda que te pica en la pinga y que te convierte en un maldito fauno! Ten presente que yo no estaré siempre a tu lado para defenderte, ni tampoco MacLean, ni Breckinridge, ni Rixey, ni Knocher, ni Boyd, ni tu tío Teódulo…  Por eso tienes que aprovechar al máximo la política de Snowden y tratar de sacar provecho de sus estrategias…

RAFAEL
¿A qué te refieres?

ROCAFORT
Rafael, Snowden se caga en los políticos como Peynado, como Vázquez y como Henríquez; y también se caga en esos poetas y escritores como Fiallo y Lugo, así como en todos esos fantoches que, a la larga, lo que quieren es volver a empeñar la República Dominicana, tal como hicieron Báez, hace cincuenta años, y Lilís, hace treinta. Snowden cree en el espíritu militar, Rafael; él es de los que creen en la raza inmortal de Alejandro, de Julio César, de Carlomagno, de Napoleón, y de esos nuevos héroes americanos como Douglas MacArthur y Eddie Rickenbacker…

RAFAEL (interrumpe a ROCAFORT)
Sé quién es MacArthur por los oficiales que vienen de West Point. Pero… ¿quién coño es Rickenbacker? ¿Quién es ese?

 General Douglas Macarthur

ROCAFORT
¿No has oído hablar de Eddie Rickenbacker?

RAFAEL
No, no he oído hablar de Rickenbacker…

(ROCAFORT se pone de pie y camina hasta la ventana)
 
 Eddie Rickenbacker
 
ROCAFORT
Eddie Rickenbacker es el as de los aviadores del mundo… ¡y es norteamericano, Rafael! Eddie derribó veintidós aviones y cuatro globos alemanes, superando al célebre Manfred von Richthofen, El Barón rojo de Alemania, a los franceses Georges Guynemer y Charles Nungesser, al británico Albert Ball, y al canadiense William Bishop, en las batallas aéreas, las que apuntan a convertirse en las de mayor importancia en las guerras del futuro.

(Transición. ROCAFORT observa la expresión de asombro que se dibuja en el rostro de RAFAEL)

RAFAEL
¿Y qué tengo que ver yo con todo eso, Rocafort?

ROCAFORT
Tienes que ver mucho, Rafael… ¡mucho!

RAFAEL
Pero, ¿por qué?

ROCAFORT
Por lo que podrías representar en el futuro…

RAFAEL
¿En el futuro?

ROCAFORT
Sí, Rafael, ¡en el futuro! Ahora tú sólo ves lo pequeño, lo diminuto; esas oportunidades que se te presentan a diario de realizar extorsiones rastreras, donde el botín, o es un caballo o algunos sacos de azúcar. Pero, ¿te imaginas lo que podrías sacar cuando los gringos se marchen y dejen una estructura militar que domine ampliamente la carcomida base política dominicana?

RAFAEL (sumamente interesado)
¿Lo crees así?

ROCAFORT
¡Claro que sí, Rafael! Esta ocupación no durará para siempre y aún si se impusiera la teoría de mierda de Snowden, tú contarías con amigos de mucha influencia, como los coroneles Breckinridge y Rixey, y el mayor MacLean, lo que podría asegurar tu futuro…

RAFAEL
¿Lo crees así?

ROCAFORT
¡Claro… claro, Rafael! Pero antes…

(ROCAFORT observa profundamente a RAFAEL)

RAFAEL
¿Qué, Rocafort? ¿Qué debo hacer antes?

ROCAFORT
…¡antes tendrás, coño, que reprimir al maldito sátiro que llevas dentro y dejar de perseguir y violar a las muchachitas de estos campos!… ¿Me oíste?

RAFAEL
¡Lo he tratado de hacer, Rocafort, y tú, mejor que nadie, lo sabes bien!

(El telón cae violentamente)

miércoles, 4 de septiembre de 2013


Los  inventores del monstruo
Cuadro quinto (Finales del mes de Junio, 1919)

Por Efraim Castillo

 Desfile de marineros norteamericanos por Santo domingo
 

La habitación de RAFAEL en una rústica vivienda de las afueras del poblado de San José de los Llanos, en la región Este de República Dominicana: una pequeña cama plegadiza de metal recostada en el foro y, a su lado, una mesita de noche, un armario simple construido con madera de pino, un par de sillas, otra mesa que sostiene una vasija con agua, una toalla colocada en sus bordes, y clavado en la pared del lateral, un pequeño espejo. Sobre la cama pende un mosquitero. Una de las sillas está cubierta por un uniforme de la Guardia Nacional Dominicana, así como ropa de mujer (un vestido, ropa interior y un sombrero). En el piso, al lado derecho de la cama, hay una bacinilla, un par de botas militares y unas sandalias femeninas.

A la habitación se entra por una puerta adosada al lateral izquierdo y, en el derecho, una ventana de celosías de madera en mal estado.

La iluminación, muy débil, proviene de  una lámpara de gas apoyada en la mesita de noche y la cual parpadea a menudo.

Cuando se levanta el telón, RAFAEL —en ropa interior— se despereza sentado sobre la cama. Se pone de pie, abre un poco la llave de la lámpara de gas (iluminándose mejor la escena) y camina hasta la mesa que sostiene la vasija, en donde lava las manos y la cara, rociándose luego un poco de agua bajo las axilas y secándose a seguidas con la toalla. Tras hacer esto, camina hasta la mesita de noche y saca de una de las  gavetas un frasco de brillantina y un peine. Después de untar las manos de brillantina, las pasa por los cabellos e introduce el peine en la vasija de agua, pasándolo luego por su cabeza. Al peinarse, RAFAEL hace grandes esfuerzos para alisar las hirsutas greñas. Cuando termina de peinarse, se observa con detenimiento en el espejo, da unos toques finales en el pelo, y camina hasta la ventana, la cual abre, bostezando y extendiendo los brazos hacia los lados. Luego se dirige  hasta una de las sillas y se viste con la ropa militar que descansaba en esta. Ya vestido, camina hasta la cama, se sienta en ella y se pone las botas, contemplando la cama y, con ambas manos, sacude la cobija que cubre a ANA, una joven estudiante de los alrededores de San José de los Llanos, la cual se encuentra desnuda. RAFAEL la observa y sonríe,  golpeándola suavemente por las nalgas con una de sus manos.

RAFAEL
¡Eh, Ana, despierta!

ANA (levanta la cabeza y observa soñolienta a RAFAEL)
¿Qué… amaneció?

 Rafael Trujillo

RAFAEL  (señala a ANA la ventana)
Sí… mira el resplandor de la mañana por la ventana.

(ANA, cubriendo su desnudez con la cobija, se lanza presurosa de la cama y corre hacia la silla donde descansan sus ropas y comienza a vestirse)

ANA (visiblemente asustada)
¡Ay, Rafael!, ¿por qué no me despertaste antes? ¡Mis padres deben estar ya levantados!

RAFAEL (despreocupado)
Notengas miedo, Ana, tus padres no podrán hacerte nada…
 
ANA (termina de vestirse y se pone el sombrero)
Pareces estar seguro… ¿por qué lo dices?

RAFAEL
Por las reconcentraciones, Ana… ¡simplemente por eso!

ANA (ignorante)
¿Por las reconcentraciones? ¿Y qué es eso?

RAFAEL
¡Mierderías de los yanquis, Ana!  

ANA
¿Mierderías?

RAFAEL
¡Sí, mierderías! Los americanos se han inventado ahora los traslados de familias vinculadas al bandidaje de un lugar a otro…

ANA
Pero, ¿para qué lo hacen?

RAFAEL
Para debilitar los lugares donde operan los gavilleros. Sabemos, por las informaciones de nuestros espías, que los bandidos, o gavilleros como les llaman ustedes, nos logran evadir gracias al apoyo que reciben de sus familiares y amigos.

ANA
¿Y creen ustedes que así acabarán con ellos?

 Gavilleros contra la intervención del 1916

RAFAEL
Al menos, los gringos así lo piensan.

ANA
Pero tú, Rafael, ¿qué piensas de esas reconcentraciones?

RAFAEL
¡Que son una pérdida de tiempo!

ANA
¡Pero estás involucrándote en ellas!… ¡Las estás apoyando!

RAFAEL
¡Yo sólo cumplo órdenes, Ana!

ANA
¡Pero son órdenes para que mates y tortures a dominicanos!

RAFAEL (finge aflicción)
Eso es lo penoso, Ana.

(Transición)

Pero debes tener en cuenta de que si no lo hago yo, lo hará otro. Y oye esto, Ana: si no fueran los americanos los que nos hubieran intervenido, hubiesen sido los ingleses, o los franceses. ¡El equilibrio del mundo se rompió con la derrota de los alemanes, Ana! Creo que por eso, y hace tan sólo unos días, los germanos hundieron su propia flota en Scapa Flow

ANA
¿Scapa Flow? ¿Y dónde queda eso?

RAFAEL
Según Rocafort…

ANA (interrumpiendo)
¿Rocafort… el espía?

RAFAEL
Sí, Rocafort, ese mismo… y según él Scapa Flow es una base inglesa situada en las Islas Orcadas, un archipiélago de unas noventa islas e isletas, situado en la costa nororiental de Escocia. ¡Y ahí, Ana, en ese puerto, los alemanes hundieron nada más y nada menos que cerca de 10 acorazados, 17 cruceros, 50 lanchas torpederas …y algunos submarinos!

ANA  (camina hasta la cama y se sienta junto a RAFAEL)
Pero, ¿por qué hicieron eso? ¿No eran de ellos los barcos?

RAFAEL
Al parecer fue en represalia por el Tratado de Versalles

ANA
¿El Tratado de Versalles?

RAFAEL
Ese fue el tratado que puso fin a la guerra, estipulándose en él que las naves enemigas retenidas pasaban a ser propiedad de los aliados. Además, los alemanes tenían que entregar las otras naves que no se hallaran en Scapa Flow, incluyendo decenas de submarinos que estaban aún en su poder. Entonces, como represalia por ese tratado, decidieron hundir su flota…

ANA
¿Por eso dices que el equilibrio del mundo se rompió?

RAFAEL
Sí, Ana, ahora sólo hay tres potencias…

ANA
¿Y cuáles son esas potencias, Rafael?

RAFAEL
Las que te mencioné antes: Inglaterra, Francia y Estados Unidos.

ANA
Pero, ¿y España, Rafael? ¿Acaso no es España una potencia?

RAFAEL
España es un espejismo, Ana… Un simple espectro del pasado. A España la hundieron los curas y la aristocracia y lo que pudo ser su esperanza americana, se la robaron los yanquis en el 98…

ANA
¿A cuál esperanza te refieres?

RAFAEL
Según Rocafort esa esperanza, ese último reducto español en América, tuvo dos nombres: Cuba y Puerto Rico, que fueron sus últimos territorios del destino y que eran, por lo tanto, sus bastiones, sus refugios en este lado del mar… ¡Y España los perdió en una guerra de la que aún no se repone!

ANA
¿Lo crees así?

RAFAEL
Sí, Ana, así lo creo. 

(Transición. ANA se pone de pie y camina hasta la ventana)

ANA (observando a través de la ventana)
Hoy volverá a llover.

(Aunque débil, la claridad del sol comienza a entrar por la ventana, contrastando con la iluminación de la lámpara de gas. Al notar esto, RAFAEL se pone de pie y camina hasta donde se encuentra la lámpara y la apaga, encaminándose luego hasta la ventana, donde abraza a ANA. Se escuchan repetidos truenos)

¿No lo sientes, Rafael?

RAFAEL (abrazando a ANA)
¿Qué?

 ANA
¡El aroma del aire! ¡Huele a lluvia! ¿Lo sientes, el aroma? ¿Percibes la fragancia de esta tierra bendita?

RAFAEL (aspira el aire que entra por la ventana)
No, no siento el olor a lluvia, aunque sé que se acerca y de que es la misma lluvia que comenzó el pasado mes de mayo. Gracias a los lodos de esa lluvia pude capturar en breve tiempo al gavillero prófugo Feliciano Toledano, que no pudo remontar las Lomas de agua por Los Haitises, debido a las crecidas de los ríos.

ANA
¿Y qué ganaste con ello?

RAFAEL
¡Felicitaciones, Ana!

ANA (elude los brazos de RAFAEL y se recuesta del marco de la ventana. Comienza a llover copiosamente)
¿Felicitaciones, Rafael?

RAFAEL
¡Sí, Ana, felicitaciones!

ANA
Pero, ¿felicitaciones de quién? ¿De los interventores?

RAFAEL (trata de abrazar de nuevo a ANA y ésta le rehúye)
¡Sí, Ana… del mismo general Fuller, el gobernador militar transitorio!

ANA (sorprendida)
¿Fuller? ¿Acaso no es el capitán Knapp el gobernador militar?

RAFAEL
No, ya Knapp no es el gobernador; a Knapp lo trasladaron y ascendieron a contralmirante. Quien nos gobierna ahora es el general Fuller, que estará al mando hasta el mes de Febrero.

Transición)

Pero, dime Ana, ¿por qué odias tanto a los yanquis?

ANA
Tú lo sabes, Rafael… ¡ellos son unos intrusos!… Tú lo sabes!

RAFAEL
Aunque sólo tenías quince años en el dieciséis, ¿no recuerdas, acaso, el país que teníamos?

ANA
Sí, lo recuerdo… ¡Teníamos montoneras… pero éramos libres!

RAFAEL
¿Has olvidado, realmente, lo que éramos?

ANA
No, no lo he olvidado… ¡Éramos libres, Rafael!

RAFAEL
¿Seguro que sólo recuerdas eso?

ANA
¡Éramos libres, Rafael!

RAFAEL (ríe estruendosamente)
¿Libres? ¡Recalcas la palabra libres como si eso fuera cierto!

ANA
Sí, ¡éramos libres! ¡Nuestra bandera ondeaba sin la sombra de ese trapo de barras y estrellas que ahora le hace sombra!

RAFAEL
¡Bah, Ana, antes del dieciséis éramos menos libres que ahora!

(Transición)

Como bachiller, tú deberías saber que nuestra libertad la perdimos en una fecha que grabé con fuego en mi mente, para que no se me borre jamás…

ANA (sorprendida)
¿Una fecha? ¿Acaso no corresponde esa fecha al mes de abril del 16, cuando Desiderio se alzó contra Jimenes y provocó que los malditos yanquis comenzaran a intervenirnos poco a poco, hasta noviembre de ese mismo año?

RAFAEL (ríe con sarcasmo)
¡Ja, ja, ja! ¡No, Ana, la fecha que tengo grabada con fuego en mi cabeza ocurrió muchos años atrás!

ANA
¿Muchos años atrás?

RAFAEL
Sí, Ana, muchos años atrás.

ANA
¿Y cuál es esa fecha?

RAFAEL
Ahora te mostraré esa fecha…

(RAFAEL camina hasta el armario y lo abre, sacando de él un legajo de papeles, con los que vuelve al lado de ANA y, tras buscar afanosamente  algo entre ellos, lo encuentra y muestra a ANA)

Mira, Ana, aquí está la fecha. ¿Ves esta fecha que subrayé con tinta roja?

(ANA hace esfuerzos por leer la fecha en el documento y RAFAEL lleva el papel hacia la claridad que entra por la ventana).
 
¡Mírala, aquí está! ¿Puedes leer la fecha?

ANA (leyendo)
Sí, puedo leerla…

RAFAEL
¡Vamos, Ana, dime!: ¿cuál es la fecha que estás leyendo?

ANA
Aquí dice: Mayo primero de 1869

(RAFAEL separa el documento del rostro de ANA)

Pero, ¿es esa la fecha que tienes grabada con fuego en tu mente, Rafael?

RAFAEL (sombrío)
Sí, esa es la fecha que tengo grabada en mi mente…

ANA
Pero, ¿por qué, precisamente, esa fecha?

RAFAEL
Por algo que los presidentes que hemos tenido a partir de ella, ¡esos grandes y perversos hijos-de-puta!, han hecho con nuestro país y que, precisamente, nos ocasionaron la maldita intervención norteamericana…

ANA (impaciente)
Pero, ¿qué pasó en esa fecha?

RAFAEL (trágico)
¡Lo peor!

ANA
¿Lo peor?

RAFAEL
¡Sí, Ana, lo peor!

ANA
¿Pero qué pudo ser peor para nosotros que la desgracia de ser intervenidos?

RAFAEL (tajante)
¡La desgracia de haber sido empeñados!

ANA ¿De haber sido empeñados? ¿A qué te refieres con eso?

RAFAEL
A que en ese primero de mayo del 1869, Buenaventura Báez puso en manos de un aventurero internacional llamado Edward Hersberg Hartmont el futuro de nuestro país.

(Transición. ANA, visiblemente interesada en lo que dice RAFAEL, se quita el sombrero y se alisa el pelo)

ANA
Pero, ¿qué pasó con ese tal Hartmont?

RAFAEL (con énfasis de cátedra)
¡Lo peor, Ana… lo peor! El gobierno de Buenaventura Báez suscribió un empréstito a través de ese Edward Hersberg Hartmont, quien representaba una firma, la Hartmont & Co., de Inglaterra, y la cual había sido declarada en quiebra dos años antes; es decir, en 1867. Y, lo peor, Ana, en el artículo nueve del contrato…

(RAFAEL busca otro papel del legajo y lo muestra a ANA)

…¡míralo, aquí está!...

(Leyendo)

 Buenaventura Báez
 
…se estipulaba que el pago regular de las sumas necesarias para el servicio de los intereses y de la amortización de la deuda [estarían] garantizados por todo el activo del Estado de Santo Domingo, sus aduanas, proventos y dominios, acordándose, a favor de los portadores de títulos de este empréstito, la primera hipoteca sobre los objetos antes descritos y no teniendo el Estado de Santo Domingo ninguna otra deuda contraída

ANA (cubriéndose la boca con el sombrero)
¡Ah!... ¿Decía eso el documento?

RAFAEL (vuelve a mostrar el papel a ANA)
Sí, ¡míralo, Ana, aquí está! Pero eso no fue nada… Escucha lo que dice el artículo diez del documento:

(Leyendo)

[en virtud de eso, se ponen] como garantía inmediata las recaudaciones de las aduanas de Santo Domingo y Puerto Plata…

(RAFAEL deja de leer y mira a ANA)

…¿estás oyendo, Ana?: se ponen como garantía las aduanas de Santo Domingo y Puerto Plata…

ANA
Sí, estoy oyendo…

RAFAEL
…¿Y sabes por qué, coño?, ¡porque esas aduanas eran las más florecientes del país en aquella época!…

ANA
Pero, ¿y la aduana de San Pedro de Macorís, acaso no es más importante que ambas?

RAFAEL
Sí, San Pedro de Macorís, ahora, es nuestro puerto más importante, pero en el 1869 este pueblo no era más que una aldea de pescadores a la que llamaban Mosquitisol

ANA (sorprendida)
¿Mosquitisol?

RAFAEL
Sí, Ana, Mosquitisol debido a las innumerables marismas que la rodeaban, las cuales estaban plagadas de mosquitos… esos mismos enormes mosquitos negros que nos pican constantemente y que los gringos combaten, regando insecticida en los charcos y esteros. Entonces, Mosquitisol se levantaba en el lado occidental del río Higüamo, al lado de Guayacanes.

ANA
Pero, ¿pudo el país pagar esa deuda?

RAFAEL
¡Qué va, Ana! Ese empréstito se convirtió en un rosario de endeudamientos que nos condujo, por la corruptela de los políticos, a entregar nuestras aduanas a los gringos, hace doce años y, después, a soportar la intervención de sus marines en 1916. O sea, Ana, a padecer esta intervención que tanto odias y que fue causada por esos cabrones y asquerosos políticos criollos.

ANA
Lo que no me explico, Rafael, es por qué no pudimos pagar el empréstito del 1869 contraído por el gobierno de Buenaventura Báez.

RAFAEL
Por una razón simple: el empréstito (RAFAEL vuelve a buscar datos entre los papeles)…tomado por el gobierno de Báez fue por la cantidad de 420 mil libras esterlinas, las cuales ascendían a unos dos millones 100 mil pesos de la época, y que, estipulando la redención de la deuda en veinticinco años, cuyos pagos anuales debían ser de 58 mil 900 libras esterlinas, daban como resultado un  desembolso total de un millón 472 mil 500 libras esterlinas…

ANA (sorprendidísima)
¿Cómo? ¿Las 420 mil libras se convirtieron en casi un millón y medio?

RAFAEL
Asimismo, Ana, porque según el artículo 10 del préstamo, se estipuló… (RAFAEL busca entre los papeles) …mira, aquí está, que como garantía suplementaria, el gobierno dominicano debía otorgar a los empresarios del empréstito la primera hipoteca sobre las minas de carbón y los bosques pertenecientes al Estado en la península de Samaná, al Este del Grande Estero, así como sobre los derechos que ingresaran al Tesoro Nacional por la explotación del guano o guanitos de la Isla de Alto Velo, debiendo recibir Hartmont & Co., mediante un contrato adicional de la misma fecha, la suma de 100 mil libras esterlinas, como compensación de sus desembolsos y riesgos, y en calidad de comisión.

ANA (queda boquiabierta)
¡Jesús mío!

RAFAEL
Pero lo triste de todo fue que el gobierno recibiría como capital eventual sólo 320 mil libras esterlinas, en vez de las 420 mil, debiendo devolver, al cabo de 25 años, la suma de un millón 472 mil libras. Además, Edward Hartmont sólo entregó, como estaba estipulado a la firma del empréstito, la suma de 50 mil libras, y el resto de la partida, que debió ser completada y entregada para antes del 31 de diciembre del mismo año 1869, nunca se llegó a efectuar, lo que da a entender que la misma fue repartida entre Hartmont y los políticos que participaron en aquel desastre patrio. Además, el cabrón de Báez hizo otra jugarreta al nombrar cónsul general de nuestro país al maldito Hartmont, invistiéndolo de poderes especiales que lo autorizaban a transferir el empréstito a terceros, en la misma medida y alcance en que originalmente había sido convenido. Al ser investido con tales poderes, Edward Hartmont consumó otra desgraciada estafa contra el Estado Dominicano, traspasando los límites que recibió del gobierno de Báez, al combinarse con la firma inglesa Peter, Lawson & Son, para negociar títulos por un monto de 757 mil 700 libras esterlinas, las cuales, en gran parte, hizo circular en nombre del Estado Dominicano.

(Transición. RAFAEL camina hasta una de las sillas y se deja caer pesadamente. ANA lo sigue con la mirada)

Lo demás es una historia de desvergüenza y horror, Ana… Hartmont logró colocar títulos emitidos fraudulentamente en Londres, a nombre del Estado Dominicano. Y aunque el gobierno, finalmente, dio la voz de alarma a los banqueros europeos en 1872, ya se habían creado intereses de buena fe de los bonos dominicanos y, antes de que la protesta nacional se encaminara más lejos, los tenedores de las obligaciones dominicanas cerraron filas para impedir nuevos financiamientos al país, hasta tanto no fueran liquidadas sus acreencias, con lo cual crearon una poderosa arma de presión en contra nuestra.

ANA
Pero, ¿con qué cara pudo Báez seguir en el poder?

RAFAEL
Buenaventura Báez se ocupó de distraer la atención del país con un proyecto donde pretendía anexarnos a los Estados Unidos, y trató de allanar el camino hacia esa desgracia proponiéndole a los gringos el arrendamiento de la Bahía de Samaná, algo que causó estupor en la conciencia nacional y puso en guardia a los generales Cabral y Luperón…

ANA
¿Y qué pasó con el tratado de anexión?

RAFAEL
Báez llegó a firmarlo, pero para nuestra suerte, el senado norteamericano lo rechazó.

ANA
Oye, Rafael, ¿cómo te has enterado de todo esto?

RAFAEL
En la biblioteca de mi tío Teódulo Pina y la de Mariano Rocafort, quien me facilitó estos documentos…

ANA
Lo que no me explico es cómo el empréstito con Hartmont desembocó en la intervención norteamericana…

RAFAEL
Por la misma mierda, Ana. A la caída de Báez, en el 1874, el Estado dominicano estaba en bancarrota y nadie le prestaba una mota por lo ocurrido con Hartmont, hasta que en 1888, siendo presidente Lilís, se llegó a un acuerdo con la Westendorp & Co., unos banqueros de Ámsterdam, quienes prestaron al Estado la suma de 770 mil libras esterlinas, redimibles en un plazo de treinta años y a un interés anual del 6%, para que el país abonara 55 mil 645 libras anuales y totalizara un pago de un millón 669 mil 350 libras. El intermediario para esa transacción fue el conde Tadeo de Okzsa. Pero lo execrable de esa transacción radicó en que la operación de la Hartmont fue reconocida en el contrato de la Westendorp, fijándose aquella deuda en la suma de 142 mil 810 libras esterlinas y redimiéndose con la entrega de 7 mil 143 bonos de 20 libras cada uno, correspondientes a la nueva emisión.

ANA (preocupada)
Pero, ¿acaso el país no había recibido sólo 50 mil libras esterlinas de la emisión de bonos con la Hartmont?

RAFAEL
¡Efectivamente! Pero eso no fue todo, Ana. Muchos de los poseedores de las obligaciones de 1869 se negaron a aprobar la transacción negociada por el Consejo de Tenedores de Bonos, ya que argumentaban con razón que la operación significaba una fuerte reducción del capital supuestamente adeudado por nuestro gobierno.

ANA
Y entonces, ¿qué pasó?

RAFAEL
La operación se convino a razón de un bono de la Westendorp, por valor de 20 libras, por cada bono de 100 libras del empréstito Hartmont. Y aunque quedaron sin canjearse 43 mil 400 libras esterlinas, esa cantidad se reconoció y se canceló cuando en 1897 se consolidó la deuda nacional con la Santo Domingo Improvement Co., que heredó a la Westendorp.

(RAFAEL, notando la cara de pena de ANA, se acerca a ella y la abraza)


¿Ves por qué grabé con fuego en mi mente aquella fecha del 1869?

ANA (eludiendo el abrazo de RAFAEL)
Aún así, creo que la intervención es lo peor que nos pudo haber sucedido…

RAFAEL (intenta abrazar de nuevo a ANA)
Olvídate de todo, Ana, y abrázame. Ahora lo que importa es este momento entre tú y yo…

ANA (esquivando el abrazo)
¡Debo irme, Rafael!

(ANA camina presurosa hacia la puerta)

RAFAEL
¡Espera, no te vayas, aún! Ven, no temas. Más tarde me ocuparé de tus padres…

ANA
¿De mis padres? ¿Qué harás con ellos?

RAFAEL
Los llevaré hacia Ramón Santana y les diré que tú fuiste conducida anoche a San Pedro de Macorís.

ANA (asustada)
¡Tengo miedo, Rafael, tengo miedo!...

RAFAEL (tratando de abrazar a ANA)
No temas, Ana… ¡Estás conmigo, con el teniente Rafael Trujillo y Molina, de la Guardia Nacional Dominicana, y soy el niño bonito de los gringos en toda esta región del país! ¡No temas, amor mío!

(ANA rehúye los intentos de abrazos de RAFAEL)

ANA
¡No, Rafael, déjame ir! ¡Tengo miedo! ¡Te tengo miedo!...

RAFAEL
¿A mí? ¿Me tienes miedo a mí?

ANA
¡Sí, a ti! ¡Tengo miedo de ti y de los americanos! ¡Tengo miedo de todo!

(RAFAEL se abre la chaqueta militar y comienza a desvestirse)

RAFAEL
¡Ven, Ana, no temas! ¡No tengas miedo ni de mí, ni de los americanos, ni de tus padres! ¡Ya verás, hoy mismo los conduciré detenidos al cuartel de Ramón Santana!

ANA (corriendo hasta la puerta)
Pero, ¿por qué conducirás a mis padres detenidos?

RAFAEL (se quita la chaqueta y los pantalones y camina despacio hacia ANA)
¡No temas, Ana! ¡Tus padres estarán bien junto a tus hermanos y primos!

ANA (gritando)
¿Los detendrás a todos?

RAFAEL
¡Tengo que hacerlo, Ana, pero es por culpa de las reconcentraciones ordenadas por Wilson, a través de Roosevelt! ¡Son ellos, Ana, los yanquis, los que ordenan todo en el país!… ¡Ellos son los nuevos romanos, los nuevos amos de la vida y de la muerte!… ¡Ellos son los creadores de las reconcentraciones! ¿Y sabes algo, Ana? ¡Yo necesito auparme en ellos, aprovecharme de ellos y treparme en ellos, para que me esculpan, Ana, para que me formen! ¡Ven, Ana, dame tu calor, dame tu cuerpo en esta madrugada fría, en este día lluvioso de finales de junio!

(ANA abre la puerta y RAFAEL la ase por los hombros y comienza a besarla con locura)

ANA (haciendo esfuerzos para librarse de RAFAEL)
¡Déjame, Rafael…! ¡Estás enloquecido! ¡Déjame!

RAFAEL
¡No temas, Ana… no temas! ¡Ven, ven, déjame sentirte de nuevo, ven! ¿Recuerdas lo que me decías anoche? ¡Anoche decías que me amabas, Ana, decías que serías mía para siempre!

ANA (tratando de zafarse de las manos de RAFAEL)
¡Anoche las reconcentraciones no existían, Rafael! ¡Anoche sólo hablábamos de amor, de matrimonio! ¡Suéltame… suéltame, canalla!

RAFAEL (abofetea a ANA)
¡Calla, maldita… calla!

(RAFAEL cierra la puerta con uno de sus pies y arrastra a ANA —que gime y patalea— hacia la cama, donde la lanza con furia y le rasga el vestido, lanzándose luego sobre ella)

ANA (chillando y sollozando)
¿Qué haces, maldito… qué haces? ¿Cómo podré llegar a mi casa en este estado? ¡Suéltame, suéltame!

(RAFAEL vuelve jirones el vestido de ANA y lanza éstos hacia un rincón de la habitación; luego le quita la ropa interior y la deja completamente desnuda. ANA gime desconsoladamente)

¿Por qué haces esto, Rafael?… ¿Por qué?

RAFAEL (como enloquecido)
¡No temas, Ana, no temas! ¡Yo responderé por ti! ¿Sabes?, ¡a mí me aguarda un gran futuro al lado de ellos, al lado de esos yanquis a los que tanto detestas! ¡Ya lo verás, Ana… ya lo verás!

ANA (gritando, mientras RAFAEL la cubre de violentas caricias)
¡No quiero un futuro contigo, Rafael! ¡Prefiero antes la muerte!



RAFAEL (abofetea repetidamente a ANA)
¡Calla, maldita, calla! ¡Yo soy el teniente Rafael Trujillo y Molina, de la Guardia Nacional Dominicana, que es lo mismo que decir la Infantería de Marina de los Estados Unidos de América, y tú no eres más que una maldita campesina de Los Llanos! ¡Después de todo, Ana, sólo te he utilizado para acercarme a tu prima Isabel Guzmán! ¡Sí, Ana, es a Isabel a quien busco… no a ti!

ANA (gritando)
¡Canalla… canalla!

RAFAEL
¡Calla, maldita campesina, y abre pronto las piernas para que goces con este falo del destino!

(El telón cae pesadamente)