La creatividad como discurso
Por Efraim Castillo
(A Ramón Saba, envuelto en la llamada “escritura
creativa”)
La creatividad parte
de una multi/información cuya convergencia se torna en un discurso
completamente nuevo y descansa y se funda en la heurística, y ésta —como los
propios descubrimientos humanos— parte de ese desorden material al que se
denomina entropía. Pero, ¿cuál es ese desorden, no material en este caso, sino
social, en que principia la creatividad?
La respuesta es bien
simple: las particularidades (que deben leerse como cualidades o
singularidades), al combinarse, inician un proceso que conforma la
especificidad que con seguridad dio origen al casabe caribeño y a la tortilla
azteca. Max Planck utilizó el vocablo “cuanto” (su hipótesis cuántica de 1900)
para expresar la discontinuidad con que se propaga la energía, cambiando el
concepto de la física teórica, de que ésta (la energía) se propagaba de manera
continua. La creatividad, como chispa, es una especie de energía que necesita,
también, la discontinuidad para fluir a través de una multi/información, esos
múltiples discursos que darán como resultado uno nuevo, la creación. Pero, ¿de
qué se alimenta —si pudiésemos llamarlo así— ese caos, esa multi/información,
esa convergencia de discursos que formarán, como un cocktail, el nuevo
discurso, el resultado memorial llamado creatividad?
Esa concepción nueva,
esa información diferente se alimenta —desde luego— de la experiencia o,
yéndose la referencia hasta Charles Sanders Peirce (1839-1914), de la
“concordancia con el objeto, o las relaciones reales con el objeto, por parte
del interpretante o creador” (Peirce citado por Max Bense y Elizabeth Walther
en La Semiótica: Guía alfabética, Anagrama, 1975). Edward
De Bono concibió la creatividad como un pensamiento lateral a finales de los años
60’s y su teoría fue publicada en su libro The lateral thinking, 1970. Esta
teoría se basa en buscar soluciones creativas partiendo de un tercer discurso, aplicando
una forma ancestral de organizar los pensamientos y evadir el “sí” o el “no”
vertical, como establecen sus estrategias los pensadores orientales. De Bono expone
en su libro que “la mente opera
creando modelos con los conocimientos adquiridos para su uso posterior y cuando
estos modelos están formados es posible identificarlos, combinarlos entre sí y
usarlos dentro del contexto de sus formas. A medida que se desarrolla el uso de
los modelos aumenta su solidez”. Es decir, enuncia De Bono, “para poder hacer
pleno uso de la creatividad es preciso extirparle ese halo místico y
considerarla como un modo de emplear la mente al manejar información. Así funciona
el pensamiento lateral”.
De esta forma, los
discursos, multi/símbolos y perfiles referenciales de la entropía, el interpretante
—o creativo— deberá conformarlos y fundarlos en un nuevo perfil, en un nuevo
discurso, que arribará a una nueva forma, a un nuevo hálito que alimentará —o
variará— la matriz social o los patterns, enriqueciendo o desviando lo
establecido. Y en publicidad, la creación parte de una alimentación puramente
social, en donde el pre/discurso y su simbología son referencias exclusivas del
comportamiento o conducta del interpretante o creativo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario