Nostalgia Codeana
Por Ramón Colombo
En medio de la algarabía, al centro de la calle, de la Hostos del 14 de Junio a la Palo Hincado de Corpito Pérez Cabral, busqué rostros cercanamente ausentes (Guillén, Pichirilo, Narcisazo, Juan Miguel Román, Amaury y Leal Prandy). En medio del asfalto sin bocinas, rodeado de letreros de ofertas, quemazón, compre lo que quiera, caminé del Sublime de "abajo el que suba" al 1 y 5 que inventó el medio pollo, y recordé las memorables gestas de la calle (la huelga general antibalaguerista, los golpes de Estado de cada mediodía, las marchas armadas de la Revolución Constitucionalista), y extrañé otros rostros lejanamente presentes: Efraim Castillo y sus largos discursos con puntos, comas y comillas; Ayuso y sus versos erótico-incendiarios; Botello y Botellito fuertemente preparados para la lucha armada; Dotel teorizando en la esquina sobre futuros sublevados; Condecito buscando infructuosamente una pared limpia para hacerse urgentemente muralista; Miñín Soto uno, dos, tres, probando algún altoparlante. No. Ayer que volví a revivir todos aquellos rostros y episodios de una épica generacional cargada de puños, gritos y sueños invencibles, puedo decir, con la nostalgia de todos, que El Conde ya no existe.
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