NANTUCKET:
Paraíso de arena bajo el sol
Por Efraim Castillo
A MJ Levy-Dickson
1
Nantucket
Harbor abre la isla a mis ojos:
¡Qué
visión de arena en siete millas cuadradas!Arena expandida sobre las dunas y los caminos;
arena bajo las huellas de la historia;
arena encendida planeando sobre el viento;
arena alojándose en las elipses de las olas;
arena entre los huesos insomnes de los cachalotes.
Nantucket
es el banco de arena del destino.
En sus
largas, tendidas y mecidas playashabita una densa historia de siglos,
aquella de feacios y atlantes descrita por Platón,
donde la leyenda tiñó de dorado sueños y utopías.
Cada camino, cada escondido rincón de Nantucket
despierta los ojos de María Mitchell y las tristes viudas
escudriñando desde los widow's walk el horizonte preñado,
arropado de mar y cielo y espumas y tempranas lluvias.
2
No
preguntes en Nantucket por el Essex:
¡nadie responderá! El Essex y los balleneros cabalgadores del mar
son fantasmas poblados de gritos y silencio,
cuyos lastres arriman los pasos al esplendor del pasado.
Si caminas
por Nantucket cuenta los ladrillos:
viajarás
al pasado en un remolino de lastres y júbilodonde llantos y risas embriagarán tus recuerdos.
Cuando zambullas tu cuerpo en sus blandas orillas
sentirás que Cisco, Madaket, Jettie, Dionis, Surfside,
Child beach y Siasconset te conducirán al mar de los gozos.
Así, llámame Ismael de nuevo para embarcarme
en el
espectro del Pequod y acallar al
inmutable Ahabnavegando en el apacible sueño de la búsqueda.
3
En Nantucket las fábulas de fantasmas sacuden los oídos
y desearás ver en las ventanas de las casas dormidas
a niños y doncellas aguardando la alborada.
¿Serán patrañas las bruñidas visiones del pasado?
¿O acaso pétalos de albor para revivir los deseos?
Cada vieja casa de Nantucket aloja un gotero mágico
y sus tejas conducen a corales y crecientes algas.
¡Que lo grite Metacomet, el wampanoag, matador de blancos!
4
En el Madaket mall de Nantucket los despojos y migajas
se convierten en cuerpos reciclables y apreciados:
la presencia de tus sobras se trasmutan en bienes admirados.
Escucharás en Madaket mall el take it or leave it
sin el rubor de la sorpresa y lo que dejas lo encuentras
con la pasión del intercambio que nació en las cavernas.
Pero Madaket beach agitará tu corazón en el atardecer
con la presencia temprana de infinitas y titilantes estrellas.
Nantucket te regalará si enfilas la senda luminosa del Este
a la observadora insomne del oriente: Siasconset,
vieja tortuga que danza ágilmente en las tormentas
para llevarte al cálido encuentro con los peces.
Siasconset es una claraboya de luces frente al mar,
un vuelo de yodo y sal cobijado de gaviotas.
Por sus calles te saludarán pescadores sempiternos
cuyas sonrisas opacan el constante bullir del piélago.
En Siasconset el amanecer es un río de oro y
bergamotas,
una
menguante mareada que busca el arcoiris,una carrera constante hacia la estación del amor.
5
El código
de oro de Nantucket es el respeto:respeto por la herencia de la arena;
respeto por las huellas del pasado;
respeto por el silencio de sus muertos;
respeto por el niño que ríe;
respeto por el niño que llora;
respeto por cada teja que cae y se levanta;
respeto por la tenue lluvia de primavera;
respeto por el cálido embrujo del estío;
respeto por las hojas que mueren;
respeto por el copo de nieve del invierno;
respeto por la temprana tormenta de octubre;
respeto por la bruma salina;
respeto por la liebre que asoma;
respeto por el venado furtivo;
¡respeto por el mito que duerme!
6
En la aurora de los tiempos llegaron a Nantucket
hombres de piel tostada en busca de los ciervos;
gigantes de pelo rojo escudriñando nuevos soles.
Llegaron cuáqueros piadosos abrigados en sagradas biblias
y se aposentaron navegantes ensamblados con arpones
y envueltos en la frenética estampida de las olas
acorralaron montañas de peces, céfiros y sargazos
que cayeron batidos en los espacios cristalinos.
Llegaron a Nantucket desde el brillante azul del Caribe
aquellos que vislumbraron las promesas del futuro.
Arribaron desde las distantes tierras del Cáucaso
hombres endurecidos por la desolación y el rencor.
Llegaron incluso los hambrientos expedicionarios del azar
remontando sobre visiones, trampas y adoloridas migajas.
Pero nadie oró por ti, Nantucket, hasta la apertura de la luz,
del átomo de amor que tus playas abrieron al mundo.
En las mansas noches de Nantucket percibirás
como un clamor de mansa nostalgia
el cosquilleo ansioso del mar sobre la playa;
auscultarás maúllos y gorjeos estacionados
suspendidos en perpetuos milenios
y tus ensueños arribarán al encuentro con la aurora.
No se puede partir de Nantucket sin la presencia de lágrimas:
su recuerdo no se asienta en caprichosas neuronas
sino en la parte blanda que domina el corazón
y la evocación es una estampa presente y melancólica.
Por eso, al dejar Nantucket vislumbro entre las olas
y el fulgor de sus faros la silueta de mi corazón.
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