viernes, 7 de junio de 2013


 
Los  Inventores del Monstruo
Cuadro primero 
(Abril 7, 1917)

Por Efraim Castillo

Una enorme habitación rectangular, dividida en dos por una rústica y larga mesa de pino, que sirve a las tropas norteamericanas de ocupación de sala de reunión. A la habitación se accede a través de una sola puerta que da al mismo centro del foro, contando, además, con una ventana en cada lateral.  Bordeando la mesa hay cinco sillas. La habitación podría estar pintada de un fuerte color verde o, quizás de un pálido azul, para hacer contraste con la brillante luz solar que entra a raudales por una de las ventanas.

Cuando el telón se levanta entran a escena un coronel, un mayor, un capitán y dos tenientes, portando el primero un mapa en sus manos y los demás con sendos portafolios. Los oficiales son seguidos por dos infantes de marina, que llevan fusiles, y se quedan junto a la puerta en posición de guardia, mientras los primeros toman asiento alrededor de la mesa y colocan el mapa y los papeles sobre ésta.

EL CORONEL (señalando algo en el mapa y dirigiéndose a los otros oficiales)
Los convoqué a esta reunión, caballeros, para explicarles, detalladamente, los pasos que daremos para eliminar definitivamente a esos malditos bandidos que se autodenominan revolucionarios…

EL MAYOR (interrumpiendo con timidez al CORONEL)
¿Los llamados gavilleros, señor?


EL CORONEL (mirando con fastidio al MAYOR)
Sí, mayor, esos mismos…  los llamados gavilleros

(EL CORONEL toma el mapa de la mesa y lo muestra a los demás oficiales).

Pues bien, caballeros, ¿ven esta zona de la isla? (los demás oficiales asienten con las cabezas). Esta es la zona este y es la más rica en caña de azúcar, razón por la que la mayoría de los ingenios se levantan en ella (EL CORONEL vuelve a colocar el mapa sobre la mesa). Pues bien, caballeros, es en esta zona este donde debemos reforzar nuestros servicios de patrullaje, ya que es en ella donde los llamados gavilleros nos están atacando con más fuerza.


EL MAYOR (señalando el mapa)
Pero, coronel, ¿a quién es que atacan los llamados gavilleros… a nosotros o a los empresarios azucareros?


EL CORONEL
No comprendo su pregunta, mayor. Si los gavilleros atacan los intereses norteamericanos en la isla… ¡es igual a que si nos atacaran a nosotros! ¡Es lo mismo, mayor! Recuerde que intervinimos esta maldita isla, tanto la parte que se llama Haití, como esta utopía a la que llaman República Dominicana, para defender nuestros intereses. ¿No lo cree así, mayor?


(EL MAYOR asiente con la cabeza y sonríe tímidamente).

Pues bien, como les iba diciendo, caballeros, es necesario que reforcemos el patrullaje en toda esta zona este


EL CAPITÁN
Perdone, coronel, pero recuerde que la semana pasada reforzamos la zona y fuimos atacados por los hombres de un jefe guerrillero al que llaman Fidel Ferrer…

TENIENTE 1
¡Eso es cierto, coronel! ¡Yo mismo comandaba la patrulla que atacó a ese bandido llamado Fidel Ferrer!


EL CORONEL
Lo sé, caballeros… ¡lo sé! Pero ustedes saben, mejor que yo, que la mayoría de los guías dominicanos que utilizamos están confabulados con los gavilleros.


EL MAYOR
Eso fue lo que hablamos la semana pasada, coronel.


EL CORONEL
Sí, eso también lo sé, mayor.


TENIENTE 1
¿Entonces, señor? ¿No considera usted que deberíamos cambiar la estrategia?


EL CORONEL
¡Claro que sí, teniente! En esta reunión les haré un anuncio que, posiblemente, les sorprenderá…


EL MAYOR
¿Un anuncio, coronel?


EL CORONEL
Sí, mayor. Debo anunciarles que el capitán Knapp, con el debido permiso de Washington, abrirá en los próximos días un campamento de entrenamiento, donde intentaremos formar una guardia con hombres de este país, imbuidos con el espíritu de la Infantería de Marina de los Estados Unidos de América…


EL CAPITÁN (interrumpiendo al coronel)
Perdone, señor, ¿pero cree usted que eso será posible?
 

EL CORONEL
Esa será una tarea muy dura, capitán… ¡pero lo intentaremos! Ese campamento de entrenamiento será dirigido por el coronel Williams, y en las próximas semanas llegarán otros oficiales desde Alabama para dejar estructurado el cuerpo de instructores.


TENIENTE 1
Señor, perdóneme, ¿pero de verdad será posible sacar algún buen oficial de estos negros dominicanos?


TENIENTE 2
¡Esa será una tarea muy dura, señor!
 

EL CAPITÁN
¡Creo que ese campamento será una pérdida de tiempo, coronel! 
 

EL CORONEL
¡Veremos lo que sucede en los próximos meses, señores!
 

EL MAYOR
Señor, usted mismo nos confesó hace unos meses, que estos negros y mulatos dominicanos son traidores de nacimiento…

 
EL CAPITÁN
Sí, señor… usted nos habló de los peligros de mezclar al negro con el blanco… ¿Recuerda, señor?


TENIENTE 1
Pero hay otra cosa, señor… 


EL CORONEL
Sí, teniente, lo recuerdo…


TENIENTE 1
¿No estaremos cometiendo un error al ayudar a los malditos dominicanos a formar oficiales imbuidos de nuestra disciplina y conocimientos?


EL CORONEL
Señores, el capitán Knapp considera que la única forma de acabar con el bandolerismo en la isla es conformando un cuerpo auxiliar con dominicanos y haitianos. Además, claro está, el de fomentar la traición entre ellos mismos, ofreciendo recompensas por las pistas que nos conduzcan a sus muertes y capturas…


EL MAYOR
¿Se refiere usted a la misma estrategia que se utilizó en la limpieza del lejano oeste?


EL CORONEL
Más o menos, mayor, pero anexándole a esa estrategia el orgullo…


EL MAYOR
¿El orgullo, señor?


EL CORONEL
Sí, mayor. A los dominicanos que invistamos como oficiales de lo que se llamará la Guardia Nacional Dominicana, les haremos creer que formarán parte de la misma oficialía de los US marine Corps


TENIENTE 1 (estallando de risa)
¡Ja, ja, ja! ¿Y cree usted, señor, que ellos se lo creerán?


EL CORONEL
Todo dependerá de los instructores, teniente. Ellos tendrán la responsabilidad de hacerlo creer.


EL CAPITÁN
Señor, creo que será muy difícil que encontremos hombres con el talento necesario para convertirse en buenos oficiales…

 
EL MAYOR
Sí, coronel, comparto la preocupación del capitán. Recuerde usted que cuando conquistamos esta cosa que aspira a parecerse a un país, el gobierno tenía una guardia republicana que contaba con casi quinientos generales…


EL CAPITÁN
…y más de cuatrocientos coroneles, señor.


TENIENTE 1
Y según lo que dicen, en cada región se proclamaban alrededor de veinte oficiales todos los meses…

 
TENIENTE 2
Pero algo peor, coronel, a nosotros sólo nos enfrentaron unos cuantos hombres en todo el territorio. ¿Dónde se metieron los generales y coroneles, señor?


EL CORONEL
Bueno, señores, esos generales, coroneles y oficiales que componían el ejército dominicano, no eran más que una ficción. Creemos que lo que saldrá del campamento será un material humano que valdrá la pena.


EL MAYOR
Yo no me haría muchas ilusiones, señor, después de haber vivido cerca de dos años en este paisaje.


EL CAPITÁN
¡Eso es cierto, coronel! Los dominicanos le hablan a uno sin mirarle a los ojos… Al parecer, ¡siempre están ocultando algo!


TENIENTE 1
A mí, señor, lo que no me gusta de esta gente es que para decir , dicen tal vez o quizás… o yo no sé


TENIENTE 2
…¡Sí, nunca dicen no, señor! Sus respuestas se limitan a ese ¡ah, yo no sé!, que es como si trataran de excusarse por alguna razón.


EL MAYOR
Sin embargo, coronel, esta republiquita, y eso lo sabemos casi todos, tiene algo bueno…
 

EL CORONEL
¡Explíquese, mayor! ¿Qué cosa buena tiene este país?


EL MAYOR
¡Sus mujeres, coronel! ¡Ellas saben apretar de verdad! ¿Se ha acostado con alguna, señor?


EL CAPITÁN
¡Eso es cierto! ¡Llaman a esa endemoniada apretadera de las vulvas cocomordán, señor! Además, coronel, mientras le aprietan a uno… ¡siempre gritan!


(Todos ríen y, tras callar, EL CORONEL se pone de pie y se dirige a uno de los marines que montan guardia frente a la puerta)

 

EL CORONEL (dirigiéndose al alistado)
¡Soldado!

 
EL SOLDADO
¡A sus órdenes, señor!

 

EL CORONEL
¡Vaya a la cocina y diga que ahora nos pueden servir el café!


EL SOLDADO (saludando al CORONEL)
Sí, señor.


(EL SOLDADO sale)

 
 
 
EL CORONEL (sentándose)
Contrario a ustedes, caballeros, considero que este campamento de entrenamiento nos ayudará bastante a terminar de controlar el país y, sobre todo, a terminar con el maldito bandolerismo que nos tiene desesperados. Más adelante, los planes son los de inaugurar una verdadera academia para la formación de oficiales.
 

EL MAYOR
Podría decirnos, señor, dónde se instalará ese campamento de entrenamiento…


EL CORONEL
Se instalará próximo a la desembocadura del río Haina.

 

EL CAPITÁN
¿Y cuándo comenzará a operar, señor?


EL CORONEL
Deberá comenzar a operar en las próximas semanas, capitán.


EL MAYOR
¡Tremenda tarea tendrán los entrenadores, coronel! ¡Mire que tratar de sacar disciplina de estos negros!


EL CAPITÁN
No será tarea fácil, coronel. Además, deberemos tener presente lo que sucedió con el suministro de carne.

 
EL CORONEL (vuelve a ponerse de pie y camina hacia la ventana del lateral izquierdo)
El suceso de la carne no fue más que una falsa alarma (saca un puro de la casaca y luego una caja de fósforos y lo enciende. Aspira una gran bocanada de humo y mira hacia el exterior). No sé hasta qué punto deberemos confiar en estos dominicanos, pero respecto al episodio de la carne, ustedes, al igual que yo, saben que esa denuncia se debió a una rivalidad.


EL MAYOR
Pero pudo ocurrir, señor. ¿Se imagina lo que pudo haber pasado si esa noticia hubiese sido cierta?


EL CORONEL (enérgico)
¡Pero no lo fue, mayor… no lo fue! Afortunadamente, todo se debió al encono de alguien que apetecía suministrarnos la carne…


EL MAYOR (poniéndose de pie y caminando hacia EL CORONEL)
Esa es una prueba de hasta dónde pueden llegar estos dominicanos con nosotros…

 
EL CORONEL (enérgico)
¡Eso es basura, mayor! ¡Una mentira es una mentira…!


EL MAYOR
¡Pero pudo ser, señor! ¡La acción, aunque fruto del rencor, existió en la mente de quien la creó!


EL CORONEL (aspirando una gran bocanada de humo)
Mayor, ¡siéntese, por favor, y déjese de inventar historias!


(EL MAYOR se sienta y EL CORONEL hace lo mismo, mientras EL SOLDADO entra con una bandeja que porta una cafetera y tazas. EL SOLDADO coloca la bandeja sobre la mesa, saluda al CORONEL y los demás oficiales, y vuelve a ocupar su lugar en la puerta, junto al otro alistado. EL CORONEL se sirve una taza de café y los demás oficiales hacen lo mismo)

 
Volviendo al asunto de la carne envenenada, caballeros, debo confesarles que tuve la intención de bombardear Santo Domingo, aunque en el fondo siento lástima por este pueblo…
 

EL CAPITÁN
¿Lástima, señor?


EL CORONEL
 Sí, capitán… ¡lástima!


EL CAPITÁN
Señor, pero estos dominicanos no son más que unos miserables bastardos…

 

EL MAYOR
La mayoría de los dominicanos vive en concubinato, señor, y se casan primos con primos. Recuerde el recorrido que hicimos por las lomas de Jarabacoa y las llanuras de Moca y Salcedo


EL CORONEL
Esos incestos sólo ocurren en los lugares donde sus habitantes no desean mezclarse con negros, mayor.
 

EL MAYOR
¡Pero sigue siendo incesto, señor! Por eso que considero que lo de la carne, aunque se debió a una rencilla entre suplidores, pudo ser verdad…


EL CORONEL
¡Pamplinas, mayor… pamplinas! ¡Eso no sucedió y Panchito Lluberes y mister John Abbes probaron que todo no fue más que la vil calumnia de un competidor!


EL MAYOR
Es cierto, coronel, pero mi preocupación se debe a que la noción de un envenenamiento a nuestras tropas ha existido en las cabezas de los dominicanos y eso abre una posibilidad…


EL CORONEL (áspero)
¡Mayor, no quiero oír más del supuesto complot de la carne!, ¿me escuchó? ¡Estamos reunidos aquí por órdenes del capitán Knapp para tratar dos asuntos: la estructuración del campamento de entrenamiento y el reforzamiento de la zona este del país!


EL CAPITÁN
Pero, coronel, hay otras cosas que podrían incidir en esos asuntos…


EL CORONEL
¿Cómo cuáles, capitán?

 
EL CAPITÁN
Bueno, señor, como estas que estamos tratando. Usted sabe, señor, porque en West Point nos lo enseñaron, que para el estudio de las posiciones debemos comprender el contexto…


EL CORONEL
¡Déjese de bobadas, capitán! ¡Eso es pura retórica de maricones! ¿Acaso ha olvidado a William James y el pragmatismo?  


EL CAPITÁN
¿El pragmatismo?


EL CORONEL
Sí, capitán, el pragmatismo. ¿No mencionó usted West Point? Entonces debe conocer a William James, a Charles Sanders Peirce y a John Dewey, cuyo libro Democracia y Educación salió hace apenas unos meses. 


EL MAYOR
Yo leí algo sobre el pragmatismo, señor…


EL CORONEL
¿Podría, mayor, sintetizárselo al capitán, quien, al parecer, ha olvidado su esencia?


EL MAYOR
¿Desea que lo haga, señor?


EL CORONEL
Sí, mayor… ¡por favor!


EL MAYOR (al capitán)
Aunque el pragmatismo fue, inicialmente, creado como un sistema filosófico por Charles Sanders Peirce, y según el cual ningún objeto o concepto posee validez inherente o tiene importancia, ya que su trascendencia se encuentra tan sólo en los efectos prácticos resultantes de su uso o aplicación. De ahí, entonces, capitán, que la verdad, la única verdad posible, puede ser medida mediante la investigación científica de su utilidad. James defendió este sistema, capitán, tras incorporarle las hipótesis que, teniendo o poseyendo sentido, llevan a predicciones que pudieran cumplirse. De ahí, entonces, que James se burló de casi todas las teorías metafísicas, por considerar que carecen de sentido y porque, además, no conllevan predicciones comprobables.


EL CORONEL
¿Escuchó, capitán? Para William James, un norteamericano al igual que usted y que yo, y que el mayor y que los tenientes, las teorías no son más que instrumentos para resolver los problemas que se plantean a partir de la experiencia.

 
EL CAPITÁN
¿Y entonces, señor?


EL CORONEL
¿Me pregunta usted si entonces?


EL CAPITÁN
Sí, señor. Lo que no comprendo es qué tiene que ver el pragmatismo con esta reunión…
 

EL CORONEL
¿Desea que se lo explique, capitán?


EL CAPITÁN
Por favor, señor…

 
EL CORONEL
Mire, capitán, cuando nos metimos en este país de mierda, ya sabíamos, por la experiencia acumulada, a lo que nos enfrentaríamos. Nuestras intervenciones en Haití, Nicaragua y Santo Domingo, no obedecieron a ninguna teoría metafísica, sino a una hipótesis que consideramos cierta porque las predicciones estuvieron avaladas por análisis cuyas bases descansaron en los fundamentos lógicos de la experiencia. De ahí a que todas las predicciones se han cumplido, incluyendo la creación del campamento para entrenar a los miembros de la Guardia Nacional Dominicana. ¿Lo ha comprendido ahora?


EL CAPITÁN (sonriendo)
Creo que sí, coronel.


EL CORONEL
¿Y hacia dónde cree usted que nos conducirá el pragmatismo, capitán?


EL CAPITÁN
Creo, coronel, que con su aplicación saldremos victoriosos de Europa y de toda esta región…

 
EL CORONEL
Pero, ¿cree usted que nuestro destino manifiesto se cumplirá con su aplicación?


EL CAPITÁN
Sí, coronel, así lo creo.

 

EL CORONEL (dirigiéndose a los demás)
¿Y ustedes, lo creen así?


TODOS (levantándose de las sillas)
¡Sí, coronel… así lo creemos! 


(EL CORONEL saca unos puros de los bolsillos y los reparte entre todos. Luego, pasa la caja de fósforos al mayor, quien, tras encender su cigarro, pasa éstos al capitán y éste a los tenientes. Cuando todos han encendido sus puros, se sientan de nuevo, aspirando y exhalando grandes bocanadas de humo. La luz que entra por una de las ventanas se intensifica, REBOTANDO CONTRA el humo de los puros)


EL CORONEL
Entonces, señores, después de haber conversado sobre el campamento de entrenamiento y de la grandeza de nuestra nación, no nos queda más que buscar en este pedazo de mierda caribeña a algún lugareño que se identifique con nuestra grandeza y nos ayude a aplastar de una vez por todas a esos malandrines que se hacen llamar revolucionarios en la parte este, y que no son más que unos perfectos bandoleros…


EL MAYOR
…o gavilleros, señor.


EL CORONEL
¡Abajo los malditos gavilleros de esta basura de país!


TODOS
¡Abajo!


EL CORONEL
¡Que viva Norteamérica!


TODOS
¡Que viva!

 

EL CORONEL
¡Que viva el pragmatismo!


TODOS
¡Que viva!


(El telón cae vigorosamente mientras el escenario se va llenando de humo y oscureciéndose)

 

 

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