Los Inventores del Monstruo
Por Efraim Castillo
Una enorme habitación
rectangular, dividida en dos por una rústica y larga mesa de pino, que sirve a
las tropas norteamericanas de ocupación de sala de reunión. A la habitación se
accede a través de una sola puerta que da al mismo centro del foro, contando,
además, con una ventana en cada lateral.
Bordeando la mesa hay cinco sillas. La habitación podría estar pintada
de un fuerte color verde o, quizás de un pálido azul, para hacer contraste con
la brillante luz solar que entra a raudales por una de las ventanas.
Cuando
el telón se levanta entran a escena un coronel, un mayor, un capitán y dos
tenientes, portando el primero un mapa en sus manos y los demás con sendos
portafolios. Los oficiales son seguidos por dos infantes de marina, que llevan
fusiles, y se quedan junto a la puerta en posición de guardia, mientras los
primeros toman asiento alrededor de la mesa y colocan el mapa y los papeles
sobre ésta.
EL CORONEL (señalando algo en el mapa y dirigiéndose a los otros oficiales)
Los
convoqué a esta reunión, caballeros, para explicarles, detalladamente, los
pasos que daremos para eliminar definitivamente a esos malditos bandidos que se
autodenominan revolucionarios…
EL MAYOR (interrumpiendo
con timidez al CORONEL)
¿Los
llamados gavilleros, señor?
EL CORONEL (mirando con fastidio al MAYOR)
Sí,
mayor, esos mismos… los llamados gavilleros
(EL
CORONEL toma el mapa de la mesa y lo muestra a los demás oficiales).
Pues
bien, caballeros, ¿ven esta zona de la isla? (los demás oficiales asienten con las cabezas). Esta es la zona este y es la más rica en caña de
azúcar, razón por la que la mayoría de los ingenios se levantan en ella (EL CORONEL vuelve a colocar el mapa sobre
la mesa). Pues bien, caballeros, es en esta zona este donde debemos reforzar nuestros servicios de patrullaje,
ya que es en ella donde los llamados gavilleros
nos están atacando con más fuerza.
EL MAYOR (señalando el mapa)
Pero,
coronel, ¿a quién es que atacan los llamados gavilleros… a nosotros o a los empresarios azucareros?
EL CORONEL
No
comprendo su pregunta, mayor. Si los gavilleros
atacan los intereses norteamericanos en la isla… ¡es igual a que si nos
atacaran a nosotros! ¡Es lo mismo, mayor! Recuerde que intervinimos esta
maldita isla, tanto la parte que se llama Haití, como esta utopía a la que
llaman República Dominicana, para defender nuestros intereses. ¿No lo cree así,
mayor?
(EL
MAYOR asiente con la cabeza y sonríe tímidamente).
Pues
bien, como les iba diciendo, caballeros, es necesario que reforcemos el
patrullaje en toda esta zona este…
EL CAPITÁN
Perdone,
coronel, pero recuerde que la semana pasada reforzamos la zona y fuimos
atacados por los hombres de un jefe guerrillero al que llaman Fidel Ferrer…
TENIENTE 1
¡Eso
es cierto, coronel! ¡Yo mismo comandaba la patrulla que atacó a ese bandido
llamado Fidel Ferrer!
EL CORONEL
Lo
sé, caballeros… ¡lo sé! Pero ustedes saben, mejor que yo, que la mayoría de los
guías dominicanos que utilizamos están confabulados con los gavilleros.
EL MAYOR
Eso
fue lo que hablamos la semana pasada, coronel.
EL CORONEL
Sí,
eso también lo sé, mayor.
TENIENTE 1
¿Entonces,
señor? ¿No considera usted que deberíamos cambiar la estrategia?
EL CORONEL
¡Claro
que sí, teniente! En esta reunión les haré un anuncio que, posiblemente, les
sorprenderá…
EL MAYOR
¿Un
anuncio, coronel?
EL CORONEL
Sí,
mayor. Debo anunciarles que el capitán Knapp, con el debido permiso de
Washington, abrirá en los próximos días un campamento de entrenamiento, donde
intentaremos formar una guardia con hombres de este país, imbuidos con el
espíritu de la Infantería de Marina
de los Estados Unidos de América…
EL CAPITÁN (interrumpiendo al coronel)
Perdone,
señor, ¿pero cree usted que eso será posible?
EL CORONEL
Esa
será una tarea muy dura, capitán… ¡pero lo intentaremos! Ese campamento de
entrenamiento será dirigido por el coronel Williams, y en las próximas semanas
llegarán otros oficiales desde Alabama para dejar estructurado el cuerpo de
instructores.
TENIENTE 1
Señor,
perdóneme, ¿pero de verdad será posible sacar algún buen oficial de estos
negros dominicanos?
TENIENTE 2
¡Esa
será una tarea muy dura, señor!
EL CAPITÁN
¡Creo
que ese campamento será una pérdida de tiempo, coronel!
EL CORONEL
¡Veremos
lo que sucede en los próximos meses, señores!
EL MAYOR
Señor,
usted mismo nos confesó hace unos meses, que estos negros y mulatos dominicanos
son traidores de nacimiento…
EL CAPITÁN
Sí,
señor… usted nos habló de los peligros de mezclar al negro con el blanco…
¿Recuerda, señor?
TENIENTE 1
Pero
hay otra cosa, señor…
EL CORONEL
Sí,
teniente, lo recuerdo…
TENIENTE 1
¿No
estaremos cometiendo un error al ayudar a los malditos dominicanos a formar
oficiales imbuidos de nuestra disciplina y conocimientos?
EL CORONEL
Señores,
el capitán Knapp considera que la única forma de acabar con el bandolerismo en
la isla es conformando un cuerpo auxiliar con dominicanos y haitianos. Además,
claro está, el de fomentar la traición entre ellos mismos, ofreciendo
recompensas por las pistas que nos conduzcan a sus muertes y capturas…
EL MAYOR
¿Se
refiere usted a la misma estrategia que se utilizó en la limpieza del lejano
oeste?
EL CORONEL
Más
o menos, mayor, pero anexándole a esa estrategia el orgullo…
EL MAYOR
¿El
orgullo, señor?
EL CORONEL
Sí,
mayor. A los dominicanos que invistamos como oficiales de lo que se llamará la Guardia Nacional Dominicana, les haremos
creer que formarán parte de la misma oficialía de los US marine Corps…
TENIENTE 1 (estallando de risa)
¡Ja,
ja, ja! ¿Y cree usted, señor, que ellos se lo creerán?
EL CORONEL
Todo
dependerá de los instructores, teniente. Ellos tendrán la responsabilidad de
hacerlo creer.
EL CAPITÁN
Señor,
creo que será muy difícil que encontremos hombres con el talento necesario para
convertirse en buenos oficiales…
EL MAYOR
Sí,
coronel, comparto la preocupación del capitán. Recuerde usted que cuando
conquistamos esta cosa que aspira a parecerse a un país, el gobierno tenía una guardia republicana que contaba con casi
quinientos generales…
EL CAPITÁN
…y
más de cuatrocientos coroneles, señor.
TENIENTE 1
Y
según lo que dicen, en cada región se proclamaban alrededor de veinte oficiales
todos los meses…
TENIENTE 2
Pero
algo peor, coronel, a nosotros sólo nos enfrentaron unos cuantos hombres en
todo el territorio. ¿Dónde se metieron los generales y coroneles, señor?
EL CORONEL
Bueno,
señores, esos generales, coroneles y oficiales que componían el ejército
dominicano, no eran más que una ficción. Creemos que lo que saldrá del
campamento será un material humano que valdrá la pena.
EL MAYOR
Yo
no me haría muchas ilusiones, señor, después de haber vivido cerca de dos años
en este paisaje.
EL CAPITÁN
¡Eso
es cierto, coronel! Los dominicanos le hablan a uno sin mirarle a los ojos… Al
parecer, ¡siempre están ocultando algo!
TENIENTE 1
A
mí, señor, lo que no me gusta de esta gente es que para decir sí, dicen tal vez… o quizás… o yo no sé…
TENIENTE 2
…¡Sí,
nunca dicen no, señor! Sus respuestas
se limitan a ese ¡ah, yo no sé!, que
es como si trataran de excusarse por alguna razón.
EL MAYOR
Sin
embargo, coronel, esta republiquita,
y eso lo sabemos casi todos, tiene algo bueno…
EL CORONEL
¡Explíquese,
mayor! ¿Qué cosa buena tiene este país?
EL MAYOR
¡Sus
mujeres, coronel! ¡Ellas saben apretar de verdad! ¿Se ha acostado con alguna,
señor?
EL CAPITÁN
¡Eso
es cierto! ¡Llaman a esa endemoniada apretadera de las vulvas cocomordán, señor! Además, coronel,
mientras le aprietan a uno… ¡siempre gritan!
(Todos ríen y, tras callar, EL CORONEL se pone
de pie y se dirige a uno de los marines que montan guardia frente a la puerta)
EL CORONEL
(dirigiéndose al alistado)
¡Soldado!
EL SOLDADO
¡A
sus órdenes, señor!
EL CORONEL
¡Vaya
a la cocina y diga que ahora nos pueden servir el café!
EL SOLDADO (saludando
al CORONEL)
Sí,
señor.
(EL SOLDADO sale)
EL CORONEL (sentándose)
Contrario
a ustedes, caballeros, considero que este campamento de entrenamiento nos
ayudará bastante a terminar de controlar el país y, sobre todo, a terminar con
el maldito bandolerismo que nos tiene desesperados. Más adelante, los planes
son los de inaugurar una verdadera academia para la formación de oficiales.
EL MAYOR
Podría
decirnos, señor, dónde se instalará ese campamento de entrenamiento…
EL CORONEL
Se
instalará próximo a la desembocadura del río Haina.
EL CAPITÁN
¿Y
cuándo comenzará a operar, señor?
EL CORONEL
Deberá
comenzar a operar en las próximas semanas, capitán.
EL MAYOR
¡Tremenda
tarea tendrán los entrenadores, coronel! ¡Mire que tratar de sacar disciplina
de estos negros!
EL CAPITÁN
No
será tarea fácil, coronel. Además, deberemos tener presente lo que sucedió con
el suministro de carne.
EL CORONEL (vuelve a ponerse de pie y camina hacia la ventana del lateral
izquierdo)
El
suceso de la carne no fue más que una falsa alarma (saca un puro de la casaca y luego una caja de fósforos y lo enciende.
Aspira una gran bocanada de humo y mira hacia el exterior). No sé hasta qué
punto deberemos confiar en estos dominicanos, pero respecto al episodio de la
carne, ustedes, al igual que yo, saben que esa denuncia se debió a una
rivalidad.
EL MAYOR
Pero
pudo ocurrir, señor. ¿Se imagina lo que pudo haber pasado si esa noticia
hubiese sido cierta?
EL CORONEL (enérgico)
¡Pero
no lo fue, mayor… no lo fue! Afortunadamente, todo se debió al encono de
alguien que apetecía suministrarnos la carne…
EL MAYOR (poniéndose de pie y caminando hacia EL CORONEL)
Esa
es una prueba de hasta dónde pueden llegar estos dominicanos con nosotros…
EL CORONEL (enérgico)
¡Eso
es basura, mayor! ¡Una mentira es una mentira…!
EL MAYOR
¡Pero
pudo ser, señor! ¡La acción, aunque fruto del rencor, existió en la mente de
quien la creó!
EL CORONEL (aspirando una gran bocanada de humo)
Mayor,
¡siéntese, por favor, y déjese de inventar historias!
(EL
MAYOR se sienta y EL CORONEL hace lo mismo, mientras EL SOLDADO entra con una
bandeja que porta una cafetera y tazas. EL SOLDADO coloca la bandeja sobre la
mesa, saluda al CORONEL y los demás oficiales, y vuelve a ocupar su lugar en la
puerta, junto al otro alistado. EL CORONEL se sirve una taza de café y los
demás oficiales hacen lo mismo)
Volviendo
al asunto de la carne envenenada, caballeros, debo confesarles que tuve la
intención de bombardear Santo Domingo, aunque en el fondo siento lástima por
este pueblo…
EL
CAPITÁN
¿Lástima,
señor?
EL CORONEL
Sí, capitán… ¡lástima!
EL CAPITÁN
Señor,
pero estos dominicanos no son más que unos miserables bastardos…
EL MAYOR
La
mayoría de los dominicanos vive en concubinato, señor, y se casan primos con
primos. Recuerde el recorrido que hicimos por las lomas de Jarabacoa y las llanuras de Moca
y Salcedo…
EL CORONEL
Esos
incestos sólo ocurren en los lugares donde sus habitantes no desean mezclarse
con negros, mayor.
EL MAYOR
¡Pero
sigue siendo incesto, señor! Por eso que considero que lo de la carne, aunque
se debió a una rencilla entre suplidores, pudo ser verdad…
EL CORONEL
¡Pamplinas,
mayor… pamplinas! ¡Eso no sucedió y Panchito
Lluberes y mister John Abbes
probaron que todo no fue más que la vil calumnia de un competidor!
EL MAYOR
Es
cierto, coronel, pero mi preocupación se debe a que la noción de un
envenenamiento a nuestras tropas ha existido en las cabezas de los dominicanos
y eso abre una posibilidad…
EL
CORONEL
(áspero)
¡Mayor,
no quiero oír más del supuesto complot de la carne!, ¿me escuchó? ¡Estamos
reunidos aquí por órdenes del capitán Knapp para tratar dos asuntos: la
estructuración del campamento de entrenamiento y el reforzamiento de la zona este del país!
EL CAPITÁN
Pero,
coronel, hay otras cosas que podrían incidir en esos asuntos…
EL CORONEL
¿Cómo
cuáles, capitán?
EL CAPITÁN
Bueno,
señor, como estas que estamos tratando. Usted sabe, señor, porque en West Point nos lo enseñaron, que para el
estudio de las posiciones debemos comprender el contexto…
EL CORONEL
¡Déjese de bobadas, capitán! ¡Eso es pura
retórica de maricones! ¿Acaso ha olvidado a William James y el pragmatismo?
EL CAPITÁN
¿El
pragmatismo?
EL CORONEL
Sí,
capitán, el pragmatismo. ¿No mencionó usted West
Point? Entonces debe conocer a William James, a Charles Sanders Peirce y a
John Dewey, cuyo libro Democracia y
Educación salió hace apenas unos meses.
EL MAYOR
Yo
leí algo sobre el pragmatismo, señor…
EL CORONEL
¿Podría,
mayor, sintetizárselo al capitán, quien, al parecer, ha olvidado su esencia?
EL MAYOR
¿Desea
que lo haga, señor?
EL CORONEL
Sí,
mayor… ¡por favor!
EL MAYOR (al capitán)
Aunque
el pragmatismo fue, inicialmente, creado como un sistema filosófico por Charles
Sanders Peirce, y según el cual ningún
objeto o concepto posee validez inherente o tiene importancia, ya que su
trascendencia se encuentra tan sólo en los efectos prácticos resultantes de su
uso o aplicación. De ahí, entonces, capitán, que la verdad, la única verdad posible, puede ser medida mediante la
investigación científica de su utilidad. James defendió este sistema,
capitán, tras incorporarle las hipótesis
que, teniendo o poseyendo sentido, llevan a predicciones que pudieran
cumplirse. De ahí, entonces, que James se burló de casi todas las teorías
metafísicas, por considerar que carecen de sentido y porque, además, no
conllevan predicciones comprobables.
EL CORONEL
¿Escuchó,
capitán? Para William James, un norteamericano al igual que usted y que yo, y
que el mayor y que los tenientes, las teorías no son más que instrumentos para
resolver los problemas que se plantean a partir de la experiencia.
EL CAPITÁN
¿Y
entonces, señor?
EL CORONEL
¿Me
pregunta usted si entonces?
EL CAPITÁN
Sí,
señor. Lo que no comprendo es qué tiene que ver el pragmatismo con esta
reunión…
EL CORONEL
¿Desea
que se lo explique, capitán?
EL CAPITÁN
Por
favor, señor…
EL CORONEL
Mire,
capitán, cuando nos metimos en este país de mierda, ya sabíamos, por la
experiencia acumulada, a lo que nos enfrentaríamos. Nuestras intervenciones en
Haití, Nicaragua y Santo Domingo, no obedecieron a ninguna teoría metafísica,
sino a una hipótesis que consideramos cierta porque las predicciones estuvieron
avaladas por análisis cuyas bases descansaron en los fundamentos lógicos de la
experiencia. De ahí a que todas las predicciones se han cumplido, incluyendo la
creación del campamento para entrenar a los miembros de la Guardia Nacional Dominicana.
¿Lo ha comprendido ahora?
EL CAPITÁN (sonriendo)
Creo
que sí, coronel.
EL CORONEL
¿Y
hacia dónde cree usted que nos conducirá el pragmatismo, capitán?
EL CAPITÁN
Creo,
coronel, que con su aplicación saldremos victoriosos de Europa y de toda esta
región…
EL CORONEL
Pero,
¿cree usted que nuestro destino manifiesto se cumplirá con su aplicación?
EL CAPITÁN
Sí,
coronel, así lo creo.
EL CORONEL (dirigiéndose a los demás)
¿Y
ustedes, lo creen así?
TODOS (levantándose
de las sillas)
¡Sí,
coronel… así lo creemos!
(EL
CORONEL saca unos puros de los bolsillos y los reparte entre todos. Luego, pasa
la caja de fósforos al mayor, quien, tras encender su cigarro, pasa éstos al
capitán y éste a los tenientes. Cuando todos han encendido sus puros, se
sientan de nuevo, aspirando y exhalando grandes bocanadas de humo. La luz que
entra por una de las ventanas se intensifica, REBOTANDO CONTRA el humo de los
puros)
EL CORONEL
Entonces,
señores, después de haber conversado sobre el campamento de entrenamiento y de
la grandeza de nuestra nación, no nos queda más que buscar en este pedazo de
mierda caribeña a algún lugareño que se identifique con nuestra grandeza y nos
ayude a aplastar de una vez por todas a esos malandrines que se hacen llamar revolucionarios en la parte este, y que
no son más que unos perfectos bandoleros…
EL MAYOR
…o
gavilleros, señor.
EL CORONEL
¡Abajo
los malditos gavilleros de esta
basura de país!
TODOS
¡Abajo!
EL CORONEL
¡Que
viva Norteamérica!
TODOS
¡Que
viva!
EL CORONEL
¡Que
viva el pragmatismo!
TODOS
¡Que
viva!
(El
telón cae vigorosamente mientras el escenario se va llenando de humo y
oscureciéndose)
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