jueves, 15 de agosto de 2019

La creatividad como discurso


La creatividad como discurso

Por Efraim Castillo

 (A Ramón Saba, envuelto en la llamada “escritura creativa”)

La creatividad parte de una multi/información cuya convergencia se torna en un discurso completamente nuevo y descansa y se funda en la heurística, y ésta —como los propios descubrimientos humanos— parte de ese desorden material al que se denomina entropía. Pero, ¿cuál es ese desorden, no material en este caso, sino social, en que principia la creatividad?

La respuesta es bien simple: las particularidades (que deben leerse como cualidades o singularidades), al combinarse, inician un proceso que conforma la especificidad que con seguridad dio origen al casabe caribeño y a la tortilla azteca. Max Planck utilizó el vocablo “cuanto” (su hipótesis cuántica de 1900) para expresar la discontinuidad con que se propaga la energía, cambiando el concepto de la física teórica, de que ésta (la energía) se propagaba de manera continua. La creatividad, como chispa, es una especie de energía que necesita, también, la discontinuidad para fluir a través de una multi/información, esos múltiples discursos que darán como resultado uno nuevo, la creación. Pero, ¿de qué se alimenta —si pudiésemos llamarlo así— ese caos, esa multi/información, esa convergencia de discursos que formarán, como un cocktail, el nuevo discurso, el resultado memorial llamado creatividad?

 Charles Sanders Peirce (1839-1914).

Esa concepción nueva, esa información diferente se alimenta —desde luego— de la experiencia o, yéndose la referencia hasta Charles Sanders Peirce (1839-1914), de la “concordancia con el objeto, o las relaciones reales con el objeto, por parte del interpretante o creador” (Peirce citado por Max Bense y Elizabeth Walther en La Semiótica: Guía alfabética, Anagrama, 1975). Edward De Bono concibió la creatividad como un pensamiento lateral a finales de los años 60’s y su teoría fue publicada en su libro The lateral thinking, 1970. Esta teoría se basa en buscar soluciones creativas partiendo de un tercer discurso, aplicando una forma ancestral de organizar los pensamientos y evadir el “sí” o el “no” vertical, como establecen sus estrategias los pensadores orientales. De Bono expone en su libro que “la mente opera creando modelos con los conocimientos adquiridos para su uso posterior y cuando estos modelos están formados es posible identificarlos, combinarlos entre sí y usarlos dentro del contexto de sus formas. A medida que se desarrolla el uso de los modelos aumenta su solidez”. Es decir, enuncia De Bono, “para poder hacer pleno uso de la creatividad es preciso extirparle ese halo místico y considerarla como un modo de emplear la mente al manejar información. Así funciona el pensamiento lateral”.

 Edward de Bono.

De esta forma, los discursos, multi/símbolos y perfiles referenciales de la entropía, el interpretante —o creativo— deberá conformarlos y fundarlos en un nuevo perfil, en un nuevo discurso, que arribará a una nueva forma, a un nuevo hálito que alimentará —o variará— la matriz social o los patterns, enriqueciendo o desviando lo establecido. Y en publicidad, la creación parte de una alimentación puramente social, en donde el pre/discurso y su simbología son referencias exclusivas del comportamiento o conducta del interpretante o creativo. 

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