miércoles, 15 de septiembre de 2021

VIDA Y MUERTE

 

VIDA Y MUERTE COMO TRASCENDENCIA

Por Efraim Castillo

(Un adiós a mi cuñado, compadre y amigo Francisco Lluberes Sánchez)

La muerte nos iguala a todos. Lo único que nos diferencia es la vida, la vida vivida, la vida franqueada y luchada, la vida consumida como un círculo donde las trampas, las zancadillas y las sacudidas del azar se dejan atrás para salir indemne, tal como la vivió mi entrañable cuñado, compadre y amigo, Francisco Lluberes Sánchez, a quien la muerte podría igualarlo a cualquier mortal, pero cuya vida consagrada a sus hijas y familiares lo catequiza como un ser bendecido, como un ser para el que la muerte —esa oscura señal de finitud—, no ha sido más que un trascender hacia la plenitud de sus recuerdos.







Francisco Lluberes Sánchez

Sí, la muerte —como una consecuencia— nos iguala a todos, confirmándonos que somos mortales como Sócrates, como Leonardo, como Shakespeare, como todos los conquistadores de mundos y doncellas y, por lo tanto, destinados a morir. Pero lo que nos diferencia es la vida, lo alcanzado en la vida, y que nos conduce siempre hacia caminos de luces y sombras. Y es allí, en esas encrucijadas donde los hombres como mi entrañable cuñado, compadre y amigo, Francisco Lluberes Sánchez, saben transitar entre los senderos donde la honradez y la compasión se abren a la eternidad.

Octavio Paz tiene uno de los enunciados más precisos sobre el vivir y el morir. El poeta mexicano expresó que “la muerte es intransferible, como la vida. Y si no morimos como vivimos es porque realmente no fue nuestra vida la que vivimos”. 

Pero Francisco Lluberes Sánchez sí vivió para descubrir la totalidad de los deleites, esos gozos que se manifiestan en las reuniones familiares, donde hijos, nietos, hermanos y amistades logran la magnitud de los júbilos, los afectos y cariños de los amores compartidos, a través de convivencias y apegos. Porque Francisco fue un polo donde convergieron pasiones, deseos y gratitudes; porque Francisco fue un ejemplo-a-seguir, una antorcha, un visionario que supo entender en vida lo que sería su recuerdo, su presencia después de la muerte. Un recuerdo de vida que vibra a través de sus hijas, de sus yernos, de sus nietos, de sus familiares y sus amigos.







Efraim Castillo y Francisco Lluberes  

Sí, la muerte nos iguala a todos. Pero nos diferencia la vida que vivimos, y esa vida de compasión, de humildad y amor a toda prueba fue lo que hizo de Francisco el hombre trascendente, el hombre íntegro y solidario que fue.

Adiós, Francisco Lluberes Sánchez, mi cuñado, mi compadre y mi amigo. Aunque te has ausentado de la vida, tu espíritu siempre estará con nosotros a través de tu apasionamiento por el béisbol, por la justicia y la verdad.        

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