Hacen diana en la memoria recóndita, en esa masa neuronal donde reposan tentaciones y embrujos, soledades y suspiros... Las palabras... No sé en cuál porcentaje de vagancias y periplos descansa mi prisión, mi pantalla... el arbitraje final de mi existencia...
jueves, 10 de noviembre de 2011
LA SONATA N° 14, OP.27, N°2 DE BEETHOVEN
Estimado
Freddy:
La historia que me envías sobre la sonata claro de Luna (primer
movimiento) es sumamente hermosa, pero no es la verdadera, ya que esta sonata
se la dedicó Beethoven a Constantina Guilleta Guicciardi, una alumna del músico
que tenía 17 años y de quien Beethoven se enamoró profundamente. En ese
entonces él tenía 30 años. Beethoven incluso le pidió a su padre la mano en
matrimonio, pero éste se negó rotundamente, probablemente porque era músico y
no de la nobleza. Luego, ella se enamoró de otro y se casó, lo que produjo una
gran decepción al maestro. Junto a esto, él ya estaba comenzando a ser sordo,
por lo que comenzó su sufrimiento aún más grande. El nombre de Claro de Luna
para esta sonata (la N°14, Op.27, N°2, Quatsi una fantasia), compuesta en 1801,
no se lo puso Beethoven, sino el crítico alemán Ludwig Rellstab, a través de un
ejercicio analógico entre el Primer Movimiento de la pieza y los hermosos
claros de luna del Lago Lucerna, de la Suiza Central.
Desde luego,
estimado Freddy, la historia de la mujer ciega es uno de los mitos que han
rodeado y rodearán para siempre a Beethoven, el gran mago de los arpegios.
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