domingo, 18 de octubre de 2020

CULTURA Y CAMBIO

 

Cultura y cambio

 

[A mi admirada amiga Carmen Heredia Vda. Guerrero, a quien le pido cuidarse de algunas hienas que la rodean]

 

Por Efraim Castillo

 

No hay que asustarse con el vocablo cultura. La cultura es un cúmulo de entornos artificiales, de hallazgos y luchas; de combates ganados a una naturaleza, o siempre hostil, o siempre espléndida, pero continuamente apta para brindarnos lo bueno y lo malo que encierra. Por eso, desde el australopitecus al homo sapiens —en un tránsito de más de un millón de años cargado de glaciaciones, violentas hambrunas y peligrosas migraciones— el ser humano tuvo que prevalecer con el mazo y el fuego como estandartes; todo para formarnos como somos hoy, como seres humanos con modos de vida construidos y aposentados por geografías que guiaron sus establecimientos. De ahí, a que cada etnia haya desarrollado caracteres y singularidades emanados desde su hábitat. Y esa lucha y adaptación es la que ha fundado y modelado a los sujetos y sus existencias, a sus culturas.

 

Pero en esa vasta cronología de espantos, destierros y hallazgos, surgió como una luz la palabra, y la palabra marcó un antes y un después, estableciendo los procesos que han transformado la vida, ya que como enuncia Henri Meschonnic, “es el poema [la palabra] lo que hace que esta vida se transforme y que el lenguaje se transforme mediante esta vida” [Manifiesto por un Partido del Ritmo, 1999]. O sea, que el lenguaje es quien nos define y señala como somos, a través de un continuo perenne. Los griegos, que convirtieron lo abstracto en concepto mediante el asombro, asentaron la transición de valores inculcados en la educación, en la transmisión de lo heredado con la paidéia, el proceso para arribar a la areté, a la construcción del hombre virtuoso, perfecto. Para explicar mejor este discurso, Marco Tulio Cicerón, dos años antes de ser decapitado por Marco Antonio [45 a. C.], lo tradujo en Tusculanae Quaestiones como cultura animi [cultura autem animi], porque “la cultura del alma es la filosofía y es ella quien extirpa radicalmente los vicios”.

 

 Marco Tulio Cicerón


Cicerón creó una matriz del viejo vocablo indoeuropeo kwel y ese paradigma viajó hasta el Siglo XVI [1515], cuando fue documentada la palabra cultura con múltiples acepciones [diccionario crítico-etimológico de Corominas] y en 1729 la RAE ofreció sólo tres, entre las cuales sobresalió que cultura es “metafóricamente el cuidado y aplicación para que alguna cosa se perfeccione, como la enseñanza en un joven, para que pueda lucir su entendimiento.”


 Carmen Heredia Vda. Guerrero


Y esto lo escribo porque Carmen Heredia Viuda Guerrero —nuestra Ministra de Cultura y amiga de toda la vida— sabe que es desde la cultura donde el cambio es posible y tiene el conocimiento y la destreza, además, para enderezar los entuertos de sus predecesores, los cuales manejaron ese ministerio ignorando la importancia de la palabra y la magnitud de los múltiples entornos que han estructurado al sujeto dominicano, permitiendo así que se pierdan asombros y creaciones debido a los múltiples espectáculos y fusiones que los ahogan.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario