viernes, 21 de mayo de 2010

Puedes hacerlo, Lorena



La historia de Lorena Bobbitt acude a mí
y rememoro las viejas venganzas: ato y desato
las claves silentes, los envoltorios estancados;
percibo los viejos rejones sepultados de llanto
y nada revuelve la convicción del olvido.
Y como apaciguamiento, como vertebración
de esta historia de supresiones, te lo ruego, Lorena,
¡puedes hacerlo!, pero limpiamente,
sin arrugas, como quien corta una fruta
y la desnuda de color. Hazlo rápido, sin necesidad
de aguardar la quebrada noche con su madrugada silente.
Hazlo sin avisos ni resquemores, sin guantes ni terciopelos;
déjame sentir tus manos, tus uñas deslizándose
por la vergüenza que ocultó el Éufrates
para vertebrar los odios. 

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