viernes, 31 de diciembre de 2010

Cartas entre Quico Tabar y Efraim Castillo. Balance 2010


Termina el año con balance negativo
La política quedó marcada por violaciones constitucionales
Escrito por: TEÓFILO QUICO TABAR (tabasa1@hotmail.com)
Mañana termina el 2010, que para buena parte de los dominicanos seguramente quedará marcado como un año negativo en la mayoría de las cosas que acontecieron en la vida pública, a pesar de que las autoridades hablan de crecimiento de la economía.

Y probablemente creció, pero ese crecimiento se quedó atrapado en las redes que el sistema ha creado para que solo un grupo privilegiado pueda disfrutar de los peces grandes, dejándole al resto de la población los desperdicios.
La política quedó marcada por violaciones constitucionales; elecciones en las que primaron el despilfarro de recursos y el transfuguismo auspiciado por el oficialismo; pugnas y discusiones en los partidos; debilidades institucionales y ausencia de valores éticos y morales que debieron enmarcar la acción pública.
Surgieron  brotes de  enfermedades nuevas que amenazan a la población, precisamente entre los que no poseen las redes que permiten pescar libremente y sin límites.
Ausencia de programas alimenticios adecuados en las escuelas provocando cientos de niños intoxicados; aumento del narcotráfico; violencia, atentados y violaciones por doquier; aumento del desempleo; subida del precio de los combustibles y la electricidad sin que se eliminen los tortuosos apagones; basura en la mayoría de las calles; denuncias de corrupción y todo un conjunto de cosas que describen un año 2010 desastroso, pero las autoridades dicen que la economía creció.
Nuestro modelo está basado en muchos aspectos que resultan, además de antihumanos contraproducentes, porque parten de unos indicadores que no reflejan necesariamente la realidad de lo que ocurre en la mayoría de los hogares, pues el crecimiento de la economía debe estar íntimamente ligado a la situación de la población.
Cuando no se reflejan mejorías en las condiciones de vida de los habitantes, aunque los expertos lo digan, no se puede hablar de crecimiento económico, sino más bien de crecimiento de algunos sectores y de unos indicadores que les sirven a los organismos internacionales para calificar o medir las posibilidades de cobrar en esos países, no importa si la mayoría de la gente vive mal.
Pero para el gobierno y algunos sectores la economía creció, aunque para el resto del país solo crecieron las desigualdades y toda la secuela negativa que ella engendra, aumentando cada vez más  las diferencias y creando caldo de cultivo que igualmente aumentan los resentimientos.
El 2010 llega a su final sin que se vislumbren expectativas positivas para el próximo año, lo que preocupa, pues si el gobierno sigue pensando que todo anda bien y continúan actuando de espaldas a las verdaderas necesidades que padecen las mayorías, podrían estarse incubando actitudes que exploten de un momento a otro, sin que necesariamente sea para bien de la propia gente.
Dios permita que todos los sectores, especialmente oficiales y dirigentes reflexionen, para que en el 2011 primen acciones de mayor contenido humanista, más respeto a la institucionalidad, más solidaridad y pueda lograrse paz social y económica duraderas.


Diciembre 30, 2010.

Estimado Quico:

Vuelvo —con infinita alegría— a felicitarte por tu artículo de este día en el diario Hoy, aunque me siento en la obligación de señalar que te faltó relatar uno de los aspectos más negativos del año 2010 —el cual se encuentra a punto de convertirse en historia—: el problema haitiano, que está llegando a uno de esos límites en que se desligan las adhesiones, los sentimientos y la cordura para desembocar en la histeria. Tú, como hijo de emigrantes sirios, debes sentir en esa parte blanda del corazón el hondo significado de un destierro religioso, económico o político y, tal vez por eso, puedas juzgar con imparcialidad la tragedia que vive Haití y las pesadas consecuencias de un éxodo que, por descontrolado y peligroso, nos está convirtiendo en depositario de una población compuesta, no sólo por honrados trabajadores de la construcción, sino también por mendigos, huérfanos, enfermos y delincuentes.

Aunque todos sabemos quién o quiénes son los culpables de este desordenado éxodo que nos asfixiará a la larga, preferimos no gritarlo, tal vez por miedo a convertirnos en cómplices de lo ocurrido en 1937, pero no es posible obviar la ineptitud del Gobierno.

En esa inmigración, que nadie lo dude, se mueve como un espectro vengativo la teoría de Jean Price-Mars, que nos endilgó un bovarismo colectivo por, según su hipótesis, creernos españoles y no africanos como sus compatriotas. Esta teoría de Price-Mars no es más que una especulación sin asidero científico, por sostenerse en lo racial, descartando los dos elementos fundamentales que integran una nación: la lengua y la religión. Asimismo, el intelectual haitiano, defensor y sostenedor del movimiento de la negritud nos culpó de “aliarnos con los europeos —franceses, españoles o de cualquier otro origen—, dándole la espalda a la épica lucha por la libertad que protagonizaron los esclavos de Haití”, así como de “rechazar todos los intentos de los haitianos por crear una sola nación de los dos países que comparten la Isla Española”[1].

Es por esto, estimado Quico, que considero una urgencia nacional el dar la cara al problema haitiano, lejos de las coyunturales y desastrosas consecuencias que nos ocasionará el cólera y los hacinamientos urbanos y rurales de esta inmigración.


Efraim

[1] Jean Price-Mars: La República de Haití y la República Dominicana: diversos aspectos de un problema histórico, geográfico y etnológico. Traducción de Martín Aldao y José Luis Muñoz Azpiri. 3a. ed., facsímil. Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1995.

Diciembre 31, 2010.


Hola estimado amigo:

Hoy es cuando estoy leyendo tu correo. En parte tienes razón, pero siempre les digo a mis amigos que la vida no la podemos captar en fotografías, sino viendo la película o la cinta entera, puesto que una foto da una impresión de ese momento, sin embargo viendo la cinta entera uno puede apreciar cual es la historia o la película completa. Te digo esto  porque sobre el caso haitiano y específicamente sobre la necesidad de establecer una política ajustada a nuestra realidad, clara, estricta y ejecutada sin vacilaciones, con todo el rigor, lo he expresado  en varias ocasiones. Es más, repdoduje en una ocasión un trabajo que realizó un gran amigo dominicano radicado en Europa, Carlos Julio Báez Evertz, quien participó como delegado de España en la Comunidad Europea en Bruselas donde reside actualmente con relación a Europa del Este, que como tú sabes se crearon situaciones, aunque con diferencias de costumbres, pero con ciertos rasgos que pudieran parecerse a los nuestros. Te repito que salvando las distancias económicas y culturales de ambos escenarios.

El problema haitiano no se parece bajo ninguna circunstancia a las emigraciones Árabes a República Dominicana. Nuestros antepasados vinieron con pasaporte, se inscribieron como residentes y se ajustaron a las reglas que en el país existían. Se mezclaron y se adaptaron. Se integraron de tal forma que pudiera decirse que no hay una familia dominicana que no tenga algún arabito en su entorno. Con los haitianos tenemos una situación sumamente delicada y agravada, puesto que no solo no hay una política definida, sino que la política actúa permanentemente socavando cualquier intento serio para la creación de reglamentaciones, pero por otra parte el poder económico que fundamenta sus proyectos en la mano de obra indocumentada, igualmente actúa de manera determinante e irresponsable.

Pero eso no ocurre ahora. Como trabajé en la industria azucarera por muchos años, ello me permitió, junto a Jose Israel Cuello, compilar algunos tratados que decriben el modus operandi de los gobiernos con relación a los braceros, auspiciados por los ingenios privados, Central Romana y Vicini y la propia industria estatal.

Lo que tenemos no es una foto, sino una cinta o película muy vieja con raigambres muy profundas, que no pude verlas de manera aisladas en el recuento del  año 2010 en que pretendí resaltar algunos aspectos negativos. Sé que tienes razón, pero cuando expreso sobre que el surgimiento o brotes de enfermedades pone en peligro a toda la población, especialmente la que no pertenece a los que tienen el control de las redes que impiden que todo el pueblo pueda pescar, lo hago en referencia a los haitianos, pero no son ellos los unicos responsables de esa situación.

En 500 palabras tengo que producir un artículo que no me permite muchas veces entrar en análisis profundos. Te agradezco tu correo. Pones de manifiesto tu preocupación y la comparto. No sabes cuanto insisto con políticos amigos para que al tema haitiano se le de un trato preferencial, pero se que se mueven aspectos que lo hacen impenetrable, especialmente cuando nuestros políticos no quieren tocar a los Americanos ni con el pétalo de una rosa. Estamos atrapados y sólo los dominicanos tendremos que sacudirnos de esa situación, puesto que en 10 años probablemente no habrá manera de identificar nuestra nacionalidad que ya está diezmada. Lo que está ocurriendo en Santiago es un signo de que la gente se está "jartando" de esa situación y pondrá a las autoridades en jaque. El caso Santiago podrá solucionarse momentáneamente, pero surgirá en otros lugares y eso podría provocar situaciones lamentables, pero tal vez le den paso a una solución.

Puedes tener la seguridad de que esos señalamientos tan documentados que haces, los tomaré en cuenta. Me enaltece ser tu amigo y saber que un dominicano tiene tanta sensibilidad y sobre todo tanta cultura. Un abrazo y que el año 2011 se parezca a lo que tú deseas.

Quico.




Estimado Quico:

En la novela que escribo actualmente introduzco —como una historia satélite— la llegada al país de los Alahan, una familia libanesa que se asentó en el este dominicano y sembró de progreso y sabiduría todo el entorno que le tocó vivir, aportando, además, valiosos profesionales y militares a la nación. Con esto, desde luego, trato de comunicarte que la inmigración árabe a la República Dominicana no sólo ha constituido un ramal étnico de extraordinaria importancia, sino un inconmensurable aporte de conocimientos a la medicina, tecnología y economía.

En mi corta misiva no traté, de ninguna manera, de presentar un análogo entre las migraciones árabes y haitianas al país. ¡Eso nunca! Los únicos haitianos que han aportado enseñanzas y virtudes a la nación, salvo algunas singularidades —como  la de mi amigo Jacques Viaux, un insigne poeta haitiano, miembro de la Generación maldita del 60, quien aportó su sangre a la resistencia nacional contra la segunda intervención norteamericana—, fueron los mulatos que no pudieron embarcarse hacia Francia en 1804, tras las sanguinarias persecuciones de que fueron víctimas a raíz de la independencia de Haití y tuvieron que cruzar a la carrera la frontera, aposentándose —la mayoría— en San Cristóbal (los Monteux —hoy Montás—, los Leger, los Duvergé, los Boissard, los Renville, los Silié, los Aliés, los Chevalier —que aportó sangre a Trujillo—, etc.), introduciendo allí cambios radicales y beneficiosos en los cultivos de café, cacao y azúcar. 




Sin embargo, la inmigración árabe cristiana, que comenzó a establecerse en el país  y Latinoamérica a comienzos del pasado Siglo XX, debido a las persecuciones musulmanas, irrumpió como una lluvia fresca en un país que, como el nuestro, se desangraba por las montoneras y las malas administraciones. Esta oleada árabe instauró comercios y fincas y se mezcló con nosotros, quienes aún luchábamos por auto-identificarnos. Debo decirte, que entre mis anunciantes siempre conté con empresarios árabes que me demostraron la valía de sus aportes a la historia del hombre, a través de una sólida su cultura que ofreció a la historia trascendentales inventos como el arado, el álgebra, el alcohol, el cristal, el espejo, el jabón, la cámara oscura, la bomba de agua, el molino de viento, el botón y, sobre todo, estimado Quico, la sutiliza de su literatura, que irrumpió en Europa como un destello de luz a partir de Las Cruzadas. 

No Quico, de ninguna manera quise comparar esas dos migraciones. La observación la hice porque en el alma de todo emigrante se mueve un sentimiento de nostalgia que involucra los movimientos humanos a su propia diáspora, envolviéndolo del dolor que primó en sus ancestros.

¡Felicidades, amigo mío!

Efraim

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