sábado, 2 de octubre de 2010

Sin mundo ya y herido por el Cielo, de Franklin Mieses Burgos


Franklin Mieses Burgos, Aída Cartagena, Manuel LLanes, Manuel Rueda,
Hilma Contreras y Lupo Hernandez Rueda, 1953.



Por Efraim Castillo 


Franklin Mieses Burgos

COMO REACCIÓN TARDÍA desde y hacia el proyecto postumista, el también proyecto de La poesía sorprendida no tenía más remedio que justificarse a través de lo universal, aún y cuando en el primer número de su órgano ideológico[1] los integrantes del grupo explicaban que estaban por una poesía nacional nutrida en la universal, única forma de ser propia[2].

Desde luego, habría que desmontar la concepción de lo universal para categorizarla y asimilar el sentido producido en lo presupuestado, ya que, antes, y como una obligación para el lector, debo propiciar una explicación de por qué utilizo la expresión reacción tardía como fenómeno promotor del proyecto de La poesía sorprendida.

El postumismo, como aspiración hacia una producción literaria militante que destacaba lo nacional a lo básicamente europeo-norteamericano, pudo desvincular lo particular de lo general, resaltando las categorías históricas en la protesta que Andrés Avelino, miembro fundador del postumismo, produjo  en la revista Cuna de América, por la ocupación yanqui de nuestro país. En aquella publicación el postumismo elevó una repulsa que, de por-sí, catapultaba la concepción de la particularidad específica de la República Dominicana ante sus interventores, no sólo como nación, sino también como singularidad cultural. Esto ocurría en el año 1921, exactamente veintidós años antes del surgimiento del proyecto de La poesía sorprendida, y ya, para entonces, se había producido la desocupación militar del país —pero no económica— por parte del gobierno norteamericano, así como el asalto del poder de Trujillo (trece años antes), la Guerra Civil Española, y la Segunda Guerra Mundial se encontraba prácticamente definida. De ahí, entonces, que no puede haber duda sobre la edificación de un concepto universalista, sobre todo oteando hacia Europa, que debía recuperar la memoria de dos décadas cruciales para la historia del mundo y cuyos contenidos estructurales, aún hoy, superviven por parte de los promotores del movimiento poético, quienes habían alimentado sus causas a partir del propio proyecto postumista.

Esto podría afirmarse en virtud de que su fundamento ideológico no se inmiscuye en el posicionamiento histórico de aquella realidad nacional de 1921 (en tanto que olvido, abandono, desdeñamiento), sino en un enfrentamiento casi abierto hacia un posicionamiento categórico, reducido a las particularidades de las influencias y desinfluencias de la función poética como reproducción de lo ornamental. Pero es bueno apuntar que al llamar reacción del proyecto postumista a La poesía sorprendida, implico para este movimiento una consecuencia por vinculación; es decir, que los vicios y virtudes del postumismo, al sobrevolar el sentido crítico y desanexar los señalamientos históricos pertinentes del Postumismo, pasaron íntegros a ésta, aunque —es preciso señalarlo— muchos de sus integrantes siguieron discursos que, hoy, sometidos a rigurosas investigaciones, se alejan ideológicamente de dicho proyecto.
  
Cuando los integrantes de La poesía sorprendida enuncian que están contra toda limitación del hombre, la vida y la poesía; contra todo falso insularismo que no nazca de una nacionalidad universalizada en lo eterno profundo de todas las culturas; contra la permanente traición a la poesía y sus permanentes traidores por la corta visión[3], simplemente están referenciando una reacción al postumismo, cayendo, sin embargo, en la doctrina de Tomar Spann[4] y ampliada por sus discípulos, en donde se propicia una creatocracia, una dictadura del auténtico creador (como capa más alta dentro de la organización corporativa del Estado) y por sobre los obreros (primera capa), artesanos, intelectuales menores y empresarios (segunda capa) y funcionarios, artistas especializados, jefes de las fuerzas armadas e, inclusive, del propio jefe del estado (tercera capa).

Claro, podría ser que los agrupados en el proyecto de La poesía sorprendida no surgiesen, como un grupo élite, amparados en esta doctrina, pero su posición ideológica y su reacción desde y hacia el proyecto postumista, evidencian ese discurso. Entonces, este planteamiento de totalidad evade lo histórico contenido en lo contradictorio, de la misma manera que alguna vez lo evadió el postumismo, sumergiéndose en un discurso puramente metafísico.


Sin mundo ya y herido por el Cielo

Franklin Mieses Burgos (1907-1976) fue el productor literario más importante del proyecto de La Poesía sorprendida y, sólo por esto, no podría categorizársele —simple y llanamente— como un bardo cuya producción se enmarcó definitivamente en ese discurso, ya que en sus objetos poemáticos, inmersos en un extraordinario metalenguaje, el lirismo expresivo cede a una visión retórica del amplificatio y exornatio y éstos a una glosa aparentemente inespecífica, pero cuya vinculación —a través de las relaciones sintagmáticas— refiere constantemente a reproducir lo social. Así, el proyecto inicial textual de Sin mundo ya y herido por el Cielo, cuyo título antes de ser publicado era Sin rumbo ya y herido por el Cielo (p.4 de la obra citada), requeriría, para este cambio de nombre, alguna explicación, aún con el riesgo de inmiscuir cierta especulación: ¿por qué el poeta desechó rumbo por mundo?

Rumbo es sinónimo de camino, o de ruta en la marinería, y es cada una de las divisiones de la rosa náutica; pero es, asimismo, pompa, esplendor y derroche. Mundo es ya otra cosa: constituye el conjunto de objetos y fenómenos materiales y sus relaciones e interconexiones que, implican a la vez, la fuente de conocimientos del Hombre a través de la práctica de la producción social. Es decir, que aun siendo bisílabos similifonéticos (y cuyo aprovechamiento ornamental para la construcción de un poema, que no para la poética, se utiliza a menudo), rumbo y mundo implican discursos diferentes y, tratándose de una desestructuración de la metáfora propiciada por un productor de la talla de Mieses Burgos, para el que cada símbolo envolvía, no un objeto o vehículo de simple enunciación, sino de riguroso ocultamiento (...) un objeto ideal al que se le atribuye la idea de otro objeto diferente[5], de algún modo un fenómeno de mucha importancia determinó dicha desestructuración, la cual, aunque no varió por completo la sinécdoque implicada en el título del poema —sobre todo porque ninguno de los objetos poemáticos que integran el texto total responde a dicha denominación—, sí modificó la intención del lector en su búsqueda.

¿Por qué desestructuró el título Franklin Mieses Burgos a tan sólo un año de haber publicado Presagio (uno de los cuerpos de Sin mundo ya y herido por el cielo), nombre éste que respondió en la publicación del 1943 a Yo estoy muerto con ella? Al parecer —el poeta contaba en 1943 con 36 años de edad—, Mieses Burgos comprendió que el marco de la dictadura no referenciaba un rumbo, sino un mundo objetivo existente fuera de él y podría haber intuido —a través de un proceso que albergó una serie de abstracciones— que dicho mundo referenciaba esa depresión que lo obligaba a enunciar su muerte con ella

“a la orilla del llanto sereno de la noche;
a la orilla del llanto donde caen las estrellas”.

Este reflejo de la naturaleza, como posicionamiento ubicado más allá de la posible explicación metalingüística del poeta, pudo posibilitar que la referencialidad estudiada a través del filtro de varios meses de una experiencia de autolectura, terminara por madurar el cambio de título y, así, posibilitar una variación del texto total  en el poema.

Pero en Sin Mundo ya y herido por el Cielo, opera prima de Mieses Burgos, no se cuela por ningún intersticio el discurso ideológico del universalismo como categoría histórica:

¿Qué descarnada mano de arcángel o demonio
 en la insondable noche donde termina el mundo
me está cerrando siempre tu ventana más alta?
¡Esa ventana tuya por donde yo he querido lanzar mi último grito,  mi más pesada piedra de soledad crecida![6]

…sino una vinculación, una ventana hacia lo social por donde el poeta adquiere el conocimiento a través del reflejo de la realidad con la otra ventana, la de ella, lo que constituye una pretendida inmersión en lo amoroso-sentimental y no en lo social-objetivo, en esa realidad cruel e inhumana de la dictadura.

Posiblemente al escribir el poema Mieses Burgos recibió la descarga evocativa de aquel grito en que Moreno, Avelino y Zorrilla, desgranaron las raíces profundas del alma nacional y volcaron en la totalidad de nuestra historia los mulatajes, las lágrimas, los estupores y las migajas de esta patria asaltada, en la revista Cuna de América, para protestar —como miembros del movimiento postumista— en contra de la intervención yanqui del 1916. Este recurso del poeta, esta incursión solapada pudo exonerar todo el proyecto de La Poesía sorprendida de marginalidad hacia la dictadura, de la misma forma que el Poema de la Hija Reintegrada lo hizo con el Proyecto Postumista. Sobre todo, en cuanto a la práctica mimética —inmersa en lo ideológico— de un discurso anegado en la metafísica, hacia lo que los propios proyectistas sorprendidos, aun muchos de ellos luchando por desvincularse de aquella influencia, no podrán concretar jamás: negar su vinculación al postumismo. De ahí —no puede haber dudas—, a que La Poesía Sorprendida, al igual que La Generación del 48, son hijos legítimos del manifiesto que Andrés Avelino redactó y lanzó en 1921.
Franklin Mieses Burgos resumido (1907 – 1976)
Nació y murió en la ciudad de Santo Domingo. Autor de una breve e intensa producción poética. Resalta por su exactitud a la técnica, su profundo lirismo y conceptos filosóficos de tinte existencial. Mieses Brugos fue uno de los iniciadores del movimiento literario de su país llamado "Poesía Sorprendida". Se determina por el acendrado Surrealismo y por su posición antidictatorial, en este caso, contra el gobierno del dictador Rafael Trujillo. Otros poetas que formaron parte de este grupo otros autores como Freddy Gastón Arce, Aída Cartagena y Gilberto Hernández Ortega, entre otros.
Podemos citar, entre sus múltiples obras poéticas, cronológicamente, las siguientes: Torre de voces (1929 –1936), Trópico íntimo (1930 –1946), Propiedad del recuerdo (1940 – 1942), Clima de eternidad (1944), 12 sonetos y una canción a la rosa (1945 – 1947), Seis cantos para una sola muerte (1947 – 1948), El ángel destruido (1950 –1952) y Al oído de Dios (1954 – 1960). Aquí presentamos un florilegio entresacado de varios de estos libros.
CUANDO LA ROSA MUERE

Cuando la rosa muere
deja un hueco en el aire
que no lo llena nada:
ni el eco que sepulta
su desolado rostro
herido en otra arena,
ni la luz que va sola
en río transparente
hecho por serafines,
ni la sombra que es ala
de un pájaro de nieblas
nacido sobre el viento.
 
Cuando la rosa muere
deja un hueco en el aire
que no lo llena nadie.
 
Sólo el llanto lo anega
con sus blancas estatuas
de sal petrificada,
con sus astros caídos
y sus nubes viajeras;
sólo el llanto lo anega
en estrellas pequeñas.  
Cuando la rosa muere
deja un hueco en el aire
‑redondo como un nido‑
para acunar tu pena.



[1] La poesía sorprendida No.1, Octubre, 1943. Ciudad Trujillo.
[2] Página 8.
[3] Ídem.
[4] A través de sus teorías, el filósofo nazi Tomar Spann trató de reivindicar la germanización de la filosofía kantiana , liberándola de las supuestas interpretaciones sesgadas a la que habría sido sometida por parte de filósofos judíos
[5] Alcántara Almánzar, en Estudios de poesía dominicana, Capítulo X, p.266.
[6] Versos 1, 2, 3 y 4 de Conclusión.

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